tag:blogger.com,1999:blog-20634401874484375702024-03-06T01:19:59.050-03:00Vive y permanece para siempre"...Mas la Palabra del Señor permanece para siempre" 1 Pedro 1:25Unknownnoreply@blogger.comBlogger124110tag:blogger.com,1999:blog-2063440187448437570.post-53414985148821225922017-06-19T14:32:00.000-03:002017-06-19T14:32:40.691-03:00¿Cuál Es la Voluntad de Dios y Cómo la Hacemos?<br />
Por John Piper<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhQ_n8D_0GR4zOdAEqKuk8SgLuf0Cz_JE6ltByH-OjVREyzw_rbW00Cif7_Hf8yoyYisvhwazGqzinGNmoEFIHlddkurnb3O6WtdXfkMj0kU8Zc8rHtZ-Df28D4rNl6gleGoSJEjr03aq_2/s1600/la+foto.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhQ_n8D_0GR4zOdAEqKuk8SgLuf0Cz_JE6ltByH-OjVREyzw_rbW00Cif7_Hf8yoyYisvhwazGqzinGNmoEFIHlddkurnb3O6WtdXfkMj0kU8Zc8rHtZ-Df28D4rNl6gleGoSJEjr03aq_2/s1600/la+foto.JPG" /></a><br />
Romanos 12:1-2<br />
<br />
<i><span style="color: #274e13;">Por consiguiente, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es vuestro culto racional. 2Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto.</span></i><br />
<i><span style="color: #274e13;"><br /></span></i>
El objetivo de Romanos 12:1-2 es que toda nuestra vida se vuelva “una adoración espiritual”. El versículo 1 dice: <i><span style="color: #274e13;">“… que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es vuestro culto racional”</span></i>.<br />
El propósito de la vida humana, ante los ojos de Dios, es que refleje a Cristo tan valioso como realmente es. Adoración significa usar nuestras mentes, nuestros corazones, y nuestros cuerpos para expresar el valor de Dios y todo lo que él es para nosotros en Cristo Jesús. <br />
<a name='more'></a>Hay una forma de vivir (una forma de amar) que refleja el valor de Cristo. Hay una forma de realizar nuestro trabajo de manera que exprese el verdadero valor de Dios. No poder encontrar esa forma de vivir puede significar que probablemente necesitemos cambiar de oficio. O puede significar que el versículo 2 no está ocurriendo como debiera.<br />
<br />
El versículo 2 es la respuesta de Pablo a cómo tornamos toda nuestra vida en una adoración. Necesitamos ser transformados. Necesitamos ser transformados no solo en nuestra conducta externa, sino también en la forma de sentir y de pensar (en nuestras mentes).<br />
<i><br /></i>
<i><span style="color: #274e13;">“Transformaos mediante la renovación de vuestra mente”</span></i> (v. 2).<br />
<br />
<b>Convirtámonos en Lo Que Somos</b><br />
<br />
Aquellos que pertenecemos a Cristo Jesús ya somos nuevas criaturas en Cristo, compradas con su sangre:<br />
<i><span style="color: #274e13;"><br /></span></i>
<i><span style="color: #274e13;">“si alguno está en Cristo, nueva criatura es”</span></i> 2 Corintios 5:17.<br />
<br />
Pero ahora debemos convertirnos en lo que somos. <i><span style="color: #274e13;">“Limpiad la levadura vieja para que seáis masa nueva, así como lo sois, sin levadura”</span></i> 1 Corintios 5:7.<br />
<br />
Colosenses 3:10 nos dice:<br />
<i><span style="color: #274e13;"><br /></span></i>
<i><span style="color: #274e13;">“Y os habéis vestido del nuevo hombre, el cual se va renovando hacia un verdadero conocimiento, conforme a la imagen de aquel que lo creó”</span></i>.<br />
<br />
En Cristo hemos sido renovados; y ahora estamos siendo renovados día a día.<br />
Ahora nos enfocaremos en la última parte del versículo 2, específicamente, en el objetivo de la mente renovada: <i>“Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente,</i> [y aquí viene el objetivo] <i>para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto”</i>. Así que en nuestro enfoque del día de hoy está el término “voluntad de Dios”, y el tema de cómo la verificamos.<br />
<br />
<b>Las Dos Voluntades de Dios</b><br />
<br />
En la Biblia encontramos dos significados bien claros y diferentes para el termino “voluntad de Dios”. Necesitamos conocerlos para después decidir cuál de ellos está siendo usado aquí, en Romanos 12:2. Incluso, conocer las diferencias entre estos dos significados de “la voluntad de Dios” es importante para poder comprender una de las verdades más grandes y complejas de toda la Biblia, específicamente, que Dios es soberano por encima de todo y sin embargo no aprueba todo. Lo cual significa que Dios no aprueba todo lo que él mismo ordenó que ocurriera. Es decir, él censura algunos sucesos que él mismo origina y ordena ciertos eventos que no aprueba. O para expresarlo de un modo más paradójico: En cierto sentido, Dios aprueba algunos eventos que, en otro sentido, no aprueba.<br />
<br />
<b>1. La Voluntad de Dios Respecto a Su Decreto, o Respecto a Su Soberanía</b><br />
<br />
Veamos el pasaje de las Escrituras que nos hace pensar de esta manera. Primero consideremos los pasajes que describen “la voluntad de Dios” como el control soberano de todo lo que ocurre. Uno de los pasajes más claros es el que relata la forma en que Jesús habló sobre la voluntad de Dios cuando estaba orando en Getsemaní. En Mateo 26:39 él dijo: "Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú quieras”. ¿A qué se refiere la voluntad de Dios en este versículo? Se refiere al soberano plan de Dios que tendría lugar unas horas después. Recordemos cómo dice Hechos 4:27-28: Porque en verdad, en esta ciudad se unieron tanto Herodes como Poncio Pilato, juntamente con los gentiles y los pueblos de Israel, contra tu santo siervo Jesús, a quien tú ungiste, 28para hacer cuanto tu mano y tu propósito habían predestinado que sucediera. De modo que “la voluntad de Dios” era que Jesús muriese. Este era su plan, su decreto. No había cambios, por lo que Jesús se inclinó y dijo: «Aquí está mi petición pero haz lo que sea mejor». Aquí tenemos la voluntad soberana de Dios.<br />
<br />
Y no perdamos aquí el tema más esencial, que incluye los pecados del hombre. Herodes, Poncio Pilato, los soldados, los líderes judíos (todos pecaron al cumplir la voluntad de Dios respecto a que su Hijo fuere crucificado (Isaías 53:10). Así que tengamos bien claro lo siguiente: Es la voluntad de Dios que ocurran ciertos eventos que él aborrece.<br />
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Aquí tenemos un ejemplo en 1ra de Pedro. En 1ra de Pedro 3:17 Pedro escribe: <i><span style="color: #274e13;">“Pues es mejor padecer por hacer el bien, si así es la voluntad de Dios, que por hacer el mal”</span></i>. En otras palabras: «Puede ser la voluntad de Dios que los cristianos suframos por hacer el bien». Dios tiene en mente la persecución para los cristianos. Pero perseguir a los cristianos, quienes no merecen ser perseguidos, es pecado. De modo que, nuevamente, Dios desea que sucedan eventos en los que está incluido el pecado (“Es mejor padecer por hacer el bien, si así es la voluntad de Dios”).<br />
<br />
En Efesios 1:11 Pablo expone, a modo de resumen, una afirmación devastadora, sobre esta verdad. Él dice: <i><span style="color: #274e13;">“También hemos obtenido herencia habiendo sido predestinados según el propósito de aquel que obra todas las cosas conforme al consejo de su voluntad”</span></i>. La voluntad de Dios es su gobierno soberano de todo lo que ocurre. Y hay muchos otros pasajes de la Biblia, que muestran que la providencia de Dios en el universo alcanza hasta los más pequeños detalles de la naturaleza, y de las decisiones humanas:<br />
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Mateo 10:29: <i><span style="color: #274e13;">“¿No se venden dos pajarillos por un cuarto? Y sin embargo, ni uno de ellos caerá a tierra sin permitirlo vuestro Padre”</span></i>.<br />
Proverbios 16:33: <span style="color: #274e13;"><i>“La suerte se echa en el regazo, mas del Señor viene toda decisión”</i></span><br />
Proverbios 16:1: <i><span style="color: #274e13;">“Del hombre son los propósitos del corazón, mas del Señor es la respuesta de la lengua”.</span></i><br />
Proverbios 21:1: <i><span style="color: #274e13;">“Como canales de agua es el corazón del rey en la mano del Señor”.</span></i><br />
Aquí tenemos el primer significado de la voluntad de Dios: Es el control soberano de Dios sobre toda su creación. Diremos que esta definición identifica su voluntad soberana o su voluntad decretada. Esta voluntad no puede ser quebrantada. Siempre se cumple. El actúa conforme a su voluntad en el ejército del cielo y entrelos habitantes de la tierra; nadie puede detener su mano, ni decirle: “¿Qué has hecho?” (Daniel 4:35).<br />
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<b>2. La Voluntad de Dios Respecto a Sus Mandamientos</b><br />
<br />
Ahora bien, el otro significado de la “voluntad de Dios” en la Biblia se refiere a lo que llamamos sus mandamientos. La voluntad de Dios es lo que él nos manda a hacer. Esta es la voluntad de Dios que nosotros podemos desobedecer y dejar de hacer. La voluntad de Dios respecto a su decreto la cumplimos, creamos en ella o no. Pero respecto a sus mandamientos es posible que fallemos y no los cumplamos. Por ejemplo, Jesús dijo: “No todo el que me dice: “Señor, Señor”, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7:21). No todos hacen la voluntad de su Padre. Así lo dice Jesús: no todos entrarán en el reino de los cielos ¿Por qué? Porque no todos hacen la voluntad de Dios.<br />
<br />
Después, Pablo dice en 1ra a los Tesalonicenses 4:3: <i><span style="color: #274e13;">“Porque esta es la voluntad de Dios: vuestra santificación; es decir, que os abstengáis de inmoralidad sexual”</span></i>. Aquí tenemos un caso muy específico de lo que Dios nos ordena: santidad, santificación, pureza sexual. Aquí tenemos su voluntad en cuanto a sus mandamientos. Pero, ¡hay tantos que no la obedecen!<br />
<br />
Luego, en 1ra a los Tesalonicenses 5:18, Pablo dice: <i><span style="color: #274e13;">“Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para vosotros en Cristo Jesús”</span></i>. Aquí tenemos, nuevamente, un aspecto especifico de la voluntad de Dios respecto a sus mandamientos: dad gracias en todo. Pero muchos no cumplen esta voluntad de Dios.<br />
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Un Ejemplo más: <i><span style="color: #274e13;">“Pero el que tiene bienes de este mundo, y ve a su hermano en necesidad y cierra su corazón contra él, ¿cómo puede morar el amor de Dios en él?”</span></i> (1ra de Juan 2:17). No todos permanecen en el amor de Dios por siempre. Algunos lo hacen. Otros no ¿A qué se debe esta diferencia? A que algunos hacen la voluntad de Dios y otros no. La voluntad de Dios, en este sentido, no siempre se cumple.<br />
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Entonces, teniendo en cuenta estos y muchos otros pasajes de la Biblia, concluyo que hay dos formas de hablar acerca de la voluntad de Dios. Ambas son verdaderas e importantes, y para nosotros es esencial comprenderlas y creer en ellas. Por tanto, podríamos referirnos a la voluntad de Dios como: la voluntad decretada de Dios (o su voluntad soberana), o: la voluntad de sus mandamientos. La voluntad de sus decretos, siempre se cumple, ya sea que creamos en ella o no. La voluntad de sus mandamientos puede ser quebrantada, y ocurre todos los días.<br />
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<b>Lo Precioso de la Verdad de Dios</b><br />
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Antes de relacionar este tema con Romanos 12:2, permítanme comentarles acerca de lo preciosa que son estas dos verdades. Ambas corresponden a una necesidad profunda que todos tenemos cuando estamos profundamente heridos, o experimentamos una gran pérdida. Por un lado, necesitamos tener la seguridad de que Dios es quien tiene el control y que por tanto, es capaz de hacer que todo nuestro dolor obre para nuestro bien y para el bien de todos los que aman a Dios. Y por otro, necesitamos saber que Dios se identifica con nosotros y no se deleita en el pecado ni en el sufrimiento que este ocasiona. Estas dos necesidades humanas se corresponden con la voluntad de Dios decretada y con la voluntad de Dios respecto a sus mandamientos.<br />
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Por ejemplo, si una persona fue terriblemente abusada en su niñez, y alguien nos p regunta: « ¿Cree usted que fue voluntad de Dios que ocurriera ese incidente?» Entonces ahora podemos comprender con un sentido bíblico todo lo antes expuesto, y podemos dar una respuesta que no contradiga la Biblia. Podríamos decir: «No, no fue la voluntad de Dios; porque él manda que no seamos abusivos, sino que nos amemos los unos a los otros. El abuso quebrantó su mandamiento y por tanto provocó ira y dolor en su corazón (Marcos 3:5)». Pero en otro sentido, pudiéramos responder: « Sí, fue la voluntad de Dios (su voluntad soberana), porque hay cientos de formas en las que pudo detener aquel abuso. Pero por razones que todavía no logro comprender del todo, no lo hizo».<br />
<br />
Y usted, en correspondencia a estas dos voluntades, necesita que se cumplan dos condiciones.: Una es un Dios que sea lo suficientemente fuerte y soberano como para convertir esta situación en un bien; y la otra es un Dios que sea capaz de identificarse con nosotros. Por un lado, Cristo es el Rey Supremo y Soberano, y nada ocurre sin su consentimiento (Mateo 28:18). Por otro lado, Cristo es nuestro Sumo Sacerdote y se identifica con nosotros en nuestras debilidades y en nuestro dolor (Hebreos 4:15). El Espíritu Santo, cuando quiere, nos conquista conjuntamente con nuestros pecados (Juan 1:13; Romanos 9:15-16); y cuando quiere, permite que lo apacigüemos, lo agraviemos, y que lo enojemos (Efesios 4:30; 1ra a los Tesalonicenses 5:19). Su voluntad soberana es invencible, y su voluntad respecto a sus mandamientos puede ser dolorosamente quebrantada.<br />
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Necesitamos estas dos condiciones (estas dos interpretaciones de la voluntad de Dios) no solo para encontrarle sentido a la Biblia, sino también para aferrarnos firmemente a Dios en el sufrimiento.<br />
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<b>¿A Cuál de Estas Dos Voluntades Está Haciendo Referencia Romanos 12:2?</b><br />
<br />
Ahora bien, ¿a cuál de estas dos voluntades se refiere Pablo en Romanos 12:2 (“Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto”)? De seguro que la respuesta es que Pablo se refiere a la voluntad de Dios respecto a sus mandamientos. Hay, al menos, dos razones para esta respuesta: Una es que Dios no tiene la intención de que conozcamos mucho de su voluntad soberana antes de tiempo. “Las cosas secretas pertenecen al Señor nuestro Dios, mas las cosas reveladas nos pertenecen a nosotros” (Deuteronomio 29:29). Si queremos conocer los detalles futuros de la voluntad de Dios en cuanto a lo que él decreta, lo que deseamos no es una mente renovada, sino una bola de cristal; lo cual no se llama transformación ni obediencia, sino adivinación o pronóstico del futuro.<br />
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La otra razón por la que digo que Romanos 12:2 se refiere a la voluntad de Dios respecto a sus mandamientos, es que la frase “para que verifiquéis” implica que primero debemos aprobar la voluntad de Dios, y después obedientemente hacerla. Pero de hecho, no debemos aprobar el pecado, ni practicarlo, aunque sea parte de la voluntad soberana de Dios. El significado de Romanos 12:2 (al que Pablo se refiere) aparece parafraseado, casi exactamente en Hebreos 5:14, donde dice: “Pero el alimento sólido es para los adultos, los cuales por la práctica tienen los sentidos ejercitados para discernir el bien y el mal” (En Filipenses 1:9-11 también encontramos otra paráfrasis). Aquí está el objetivo de este versículo: no debemos escudriñar cuál es la voluntad secreta de Dios que él planea hacer, sino discernir cuál es la voluntad revelada de Dios que nosotros debemos cumplir. Tres Etapas para Conocer y Hacer la Voluntad Revelada de Dios<br />
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Hay tres etapas en el hecho de conocer y hacer la voluntad revelada de Dios, o sea, lo que Dios nos manda hacer; y todas ellas requieren una mente renovada, con el discernimiento que mencionamos anteriormente, el cual es otorgado por el Espíritu Santo.<br />
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<b>Primera Etapa</b><br />
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Primero, la voluntad de Dios respecto a sus mandamientos está revelada con una autoridad suprema y decisiva, solo en la Biblia. Y necesitamos tener una mente renovada para comprender y aceptar lo que Dios ordena en las Escrituras. Sin una mente renovada, distorsionáremos las Escrituras para evitar sus radicales mandamientos acerca de la abnegación, el amor, la pureza, y la suprema satisfacción que solo hay en Cristo. La voluntad autoritaria de Dios respecto a sus mandamientos, se encuentra solamente en la Biblia. Pablo dice: “Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia” (2da de Timoteo 3:16). No solo es útil para preparar al hombre para algunas buenas obras sino “para toda buena obra”. ¡Cuánta energía, tiempo, y devoción debemos emplear, los cristianos, en la Palabra escrita De Dios!<br />
<br />
<b>Segunda Etapa</b><br />
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La segunda etapa de la voluntad de Dios respecto a sus mandamientos, es nuestra aplicación de la verdad bíblica a situaciones nuevas, que pueden o no aparecer referidas en la Biblia. La Biblia no nos dice con quién casarnos, o qué auto manejar, o si debemos adquirir una casa, o dónde pasar nuestras vacaciones, qué teléfono celular debemos comprar, o qué clase de jugo de naranja tomar. Y así, otras miles de decisiones que debemos tomar.<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjCDqP-N_5QUSG7xs-GUi383ArANf-VxlBEAyhAJSL4UDse2YtwsU6Q1v4PexRvhHp1zpEo_2UZg7kp9lo9IgsOgS1SqtxgInnTbzj3YHGtfEqQdla6mkGDe891IYraac3iz13VtVfUkaA0/s1600/orando.jpg" imageanchor="1" style="clear: right; float: right; margin-bottom: 1em; margin-left: 1em;"><img border="0" height="212" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjCDqP-N_5QUSG7xs-GUi383ArANf-VxlBEAyhAJSL4UDse2YtwsU6Q1v4PexRvhHp1zpEo_2UZg7kp9lo9IgsOgS1SqtxgInnTbzj3YHGtfEqQdla6mkGDe891IYraac3iz13VtVfUkaA0/s320/orando.jpg" width="320" /></a>Lo que necesitamos tener es una mente renovada, que esté tan moldeada y que sea tan gobernada por la voluntad de Dios revelada en la Biblia, que seamos capaces de ver y valorar toda circunstancia relevante con la mente de Cristo; y discernir qué es lo que Dios nos está llamando a hacer. Esta actitud es muy diferente a estar constantemente tratando de escuchar la voz de Dios diciéndonos qué debemos hacer. Las personas que tratan de guiar sus vidas escuchando voces, no están en concordancia con Romanos 12:2.<br />
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Existe una enorme diferencia entre: orar y trabajar por una mete renovada que discierna cómo aplicar la Palabra de Dios (por un lado) y el hábito de pedirle a Dios que nos dé una nueva revelación sobre qué debemos hacer (por otro lado). La adivinación no requiere transformación. Lo que Dios quiere que tengamos es una mente renovada, una nueva forma de pensar y juzgar, y no simplemente información nueva. Su objetivo es que seamos transformados, santificados, libertados, por medio de la verdad de su Palabra revelada (Juan 8:32; 17:17). De modo que la segunda etapa de la voluntad Dios respecto a sus mandamientos, es el discernimiento necesario para aplicar las Escrituras a las nuevas situaciones de la vida, mediante una mente renovada.<br />
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<b>Tercera Etapa</b><br />
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Finalmente, la tercera etapa de la voluntad de Dios respecto a sus mandamientos se refiere a la gran mayoría de las veces que actuamos en la vida sin una reflexión consciente antes de actuar. Me arriesgaría a decir que un buen 95 % de nuestro comportamiento no es premeditado. O sea, la mayoría de nuestros pensamientos, actos, y acciones son espontáneas. Son simplemente un desbordamiento de lo que tenemos dentro. Jesús dijo: “[…] Porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno de su buen tesoro saca cosas buenas; y el hombre malo de su mal tesoro saca cosas malas. Y yo os digo que de toda palabra vana que hablen los hombres, darán cuenta de ella en el día del juicio” (Mateo 12:34-36).<br />
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¿Por qué hago referencia a esta parte de la voluntad de Dios en cuanto a los mandamientos? Por una razón. Porque Dios dice mandamientos tales como: «No se enoje. No sea orgulloso. No codicie. No esté ansioso. No sea celoso. No envidie». Y ninguna de esas acciones (la ira, el orgullo, la codicia, la ansiedad, los celos y la envidia) son premeditadas, simplemente salen del corazón sin reflexión o intención consciente. Y a causa de ellas, somos culpables. Esas acciones quebrantan la voluntad de Dios.<br />
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Por tanto, ahora queda claro que tenemos una gran tarea en la vida cristiana: Ser transformados mediante la renovación de nuestras mentes. Necesitamos nuevos corazones y nuevas mentes. Hagamos que el árbol sea bueno, y sus frutos serán buenos (Mateo 12:33). Aquí tenemos el gran desafío. Dios nos está llamando a ser transformados de esa manera. No podemos lograrlo por nosotros mismos. Necesitamos a Cristo, quien murió por nuestros pecados. Y necesitamos al Espíritu Santo para que nos guíe a la verdad que exalta a Cristo, y para que obre en nosotros la humildad que nos permite aceptar esta verdad.<br />
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Entreguémonos a esta realidad. Sumerjámonos en la Palabra escrita de Dios; saturemos nuestras mentes en ella. Y oremos para que el Espíritu de Cristo nos haga tan nuevos que nuestro crecimiento sea bueno, agradable, y perfecto (para que sea conforme a la voluntad de Dios).<br />
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<div style="text-align: right;">
<span style="font-size: x-small;">Fuente: http://es.gospeltranslations.org</span></div>
<div class="blogger-post-footer">Publicado por César Darío Sánchez en viveypermanece.blogspot.com.ar. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.</div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2063440187448437570.post-54829194870384090482017-06-19T14:29:00.001-03:002017-06-19T14:29:46.090-03:00La paradoja del gozo cristiano<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-GgK-rlmCHhLTjQ5_n5qDpU9PF9x2Fvoz2RFgvP_yd0oq-whotkoPdOFtiQYwFOZVpYW8cQB7Ii4nEI4qozp2ZSEQ8dKtkKAKsjUiwm6Ck5rGaybHUEuszQf51NxMv_nntmaHynXQDIBJ/s1600/mujer-feliz.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" data-original-height="336" data-original-width="432" height="248" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-GgK-rlmCHhLTjQ5_n5qDpU9PF9x2Fvoz2RFgvP_yd0oq-whotkoPdOFtiQYwFOZVpYW8cQB7Ii4nEI4qozp2ZSEQ8dKtkKAKsjUiwm6Ck5rGaybHUEuszQf51NxMv_nntmaHynXQDIBJ/s320/mujer-feliz.jpg" width="320" /></a></div>
por Sugel Michelén<br />
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<i><span style="color: #274e13;"><b>"En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo, a quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso; obteniendo el fin de vuestra fe, que es la salvación de vuestras almas." </b></span></i>1 Pedro 1:6-9<br />
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Esta semana pasada hablaba con un grupo de jóvenes del CCL y les decía que una de las razones por la que muchos que conocen el evangelio y saben que es verdadero, aún así rehúsan convertirse, una de las razones por la que esto ocurre es el hecho de que en lo más profundo de sus corazones tienen la convicción de que si se convierten salvarán sus almas para la eternidad, pero perderán sus vidas en el presente.<br />
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Si se entregan por entero al Señor Jesucristo, obtendrán el cielo y evitarán el infierno, pero tendrán que pagar el precio de vivir aquí y ahora una vida sumamente aburrida e insípida. Por eso muchos albergan la esperanza de convertirse en la vejez, y así ganar el cielo de todos modos, pero sin perder la vida.<br />
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Por supuesto, ese es un razonamiento equivocado porque parte de dos premisas falsas. En primer lugar, asume erróneamente que la salvación está en nuestras manos y que podemos convertirnos cuando nosotros queramos.<br />
<br />
Ese es un engaño con el que el enemigo de las almas ha dormido a muchos. “Todavía hay tiempo de sobra para hacer eso más tarde, después de que hayas disfrutado de la vida un poco más”.<br />
<br />
<a name='more'></a><br /><br />
Si esa es tu forma de pensar debes saber que la salvación está en las manos de Dios, no en la de los hombres. Nadie aquí tiene la certeza de que Dios le dará otra oportunidad de arrepentirse; nadie sabe por cuanto tiempo más el Señor seguirá teniendo paciencia con él.<br />
<br />
Lo que sí podemos saber con certeza es que cada día que pasa tus pecados y tu renuencia a venir a Cristo endurece más tu corazón y te aleja más de Dios, hasta que llegará el momento en que se habrá evaporado por completo de tu alma toda sensibilidad espiritual.<br />
<br />
En segundo lugar, ese razonamiento también asume erróneamente que la vida del impío es más feliz que del justo; que el gozo y la alegría se encuentran en el pecado, lo más lejos posible de Dios y de Sus caminos.<br />
<br />
Pero esa idea es un vil engaño, una mentira. Fuimos creados para glorificar a Dios y gozar de El por siempre; por lo tanto, es imposible encontrar significado y satisfacción alejados de El y fuera de Sus caminos.<br />
<br />
El vacío de nuestros corazones no puede ser llenado con ninguna cosa creada, porque nuestras almas fueros diseñadas originalmente para ser saciadas en el Creador. “Nos hiciste (Señor) para ti – escribe Agustín en sus Confesiones – y nuestro corazón está inquieto mientras no halle descanso en ti”.<br />
<br />
El gozo sin Cristo es una ilusión, un imposible, porque sólo en El somos reconciliados con Dios; sólo en El encontramos el perdón de nuestros pecados y el don de la vida eterna; El es el clave para conocer el propósito y significado de nuestra existencia. Una vida sin Cristo es una vida sin Dios y una vida sin Dios es miserable y vacía por necesidad.<br />
<br />
Por eso es que en la Escritura se presenta el gozo y la alegría permanentes como experiencias exclusivas de aquellos que conocen a Dios y se refugian en El. Ciertamente hay gozo y alegría en el pecado, pero es un gozo pasajero y siempre trae consigo una secuela de amargura. El gozo permanente es propiedad exclusiva del justo (Sal. 4:7; 5:11; 9:1-2; 13:5-6; 32:10-11; 100.<br />
<br />
El gozo no es un aditamento opcional del cristianismo. El Señor dice en Juan 10:10:<br />
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<div style="text-align: center;">
“<i><span style="color: #38761d;"><b>Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”</b></span></i>. </div>
<br />
Por eso los cristianos no le hacemos ningún favor a la causa de Cristo cuando parecemos estar medio vivos. Cristo vino a darnos una vida abundante.<br />
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Y una vez más, en Juan. 15:11, dice el Señor: <i><b><span style="color: #38761d;">“Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido”</span></b></i>. O como dice la versión de las Américas: “… y vuestro gozo sea perfecto”.<br />
<br />
Y debo hacer una aclaración aquí que he hecho en otras ocasiones. Nos oponemos fuertemente a esa presentación ligera del evangelio donde Cristo es anunciado como una especie de siquiatra todopoderoso que resuelve todos los problemas para que nosotros tengamos una vida feliz, feliz, feliz. Como veremos en un momento, esa es una distorsión del mensaje evangélico.<br />
<br />
Pero lo cierto es que en Cristo hay gozo y que ese gozo no depende de las circunstancias que nos rodean sino de la realidad objetiva de haber sido salvados por El, y todo lo que implica esa salvación en nuestras vidas.<br />
<br />
La vida del cristiano es una vida de gozo, sólo que el gozo del cristiano es de una naturaleza distinta al gozo del incrédulo. Hay una paradoja envuelta en el gozo del creyente que lo hace incomprensible a los ojos de aquellos que no conocen al Señor, y es precisamente acerca de esa paradoja que quiero hablarles esta mañana a la luz de 1Pedro 1:6-9.<br />
<br />
Hace unas semanas comenzamos una serie de sermones expositivos en esta epístola que fue dirigida originalmente a un grupo de cristianos ubicados en la parte noroeste del Asia Menor, bordeando el Mar Negro, en la región que hoy se conoce como Turquía.<br />
<br />
Estos hermanos estaban padeciendo muchas dificultades por causa de su fe, y el futuro inmediato no pintaba mejor. Poco tiempo después de haber recibido esta carta muchos de estos creyentes sufrieron una de las más fieras persecuciones que experimentó la iglesia de Cristo en el primer siglo.<br />
<br />
No obstante, la nota dominante de esta carta es el gozo y la alegría que tenemos en Cristo aún en medio del dolor y el sufrimiento. Pedro nos presenta aquí dos aspectos paradójicos del gozo cristiano.<br />
<br />
El diccionario define “paradoja” como una “idea extraña u opuesta a la común opinión y al sentir de los hombres”. Y lo que Pedro nos dice aquí del gozo cristiano es opuesto a la opinión de la mayoría de las personas en el mundo.<br />
<br />
Por un lado nos dice en los vers. 6 y 7 que los cristianos experimentan gozo y alegría a pesar de que son afligidos en diversas pruebas; y por el otro lado, en los vers. 8 y 9 nos dice que el gozo de los cristianos emana de la relación de amor y confianza que tienen con Alguien que ellos no ven. He ahí la paradoja del gozo cristiano.<br />
<b><br /></b>
<span style="color: #274e13;"><b>I. LOS CRISTIANOS EXPERIMENTAN GOZO Y ALEGRIA A PESAR DE QUE SON AFLIGIDOS EN DIVERSAS PRUEBAS</b></span><br />
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Vers. 6. La palabra que RV traduce como alegría aquí puede ser traducida como “regocijarse grandemente”; una versión la traduce como “saltar de gozo”.<br />
<br />
Esta palabra hace referencia a ese tipo de alegría que no podemos ocultar porque se manifiesta incluso a través de nuestras expresiones y gestos. Y ¿qué es lo que produce esa clase de gozo en la vida del cristiano? Todo lo que Pedro ha venido diciendo a partir del vers. 3 (comp. vers. 3-5).<br />
<br />
El don de la salvación que Dios nos ha concedido en Cristo, tanto en su experiencia presente como en la esperanza de su consumación futura, debe ser un motivo de gran alegría para aquellos que lo poseen. Dios ha tenido misericordia de nosotros y nos ha hecho renacer para una esperanza viva.<br />
<br />
Mientras el mundo se desmorona a nuestro alrededor, nosotros podemos mirar hacia el futuro con confianza porque sabemos con toda certeza que el Señor nos tiene reservada una herencia que es incorruptible, incontaminada e inmarcesible.<br />
<br />
Esa herencia no está sujeta al proceso inevitable de corrupción que acompaña todas las cosas de este mundo, no ha sido manchada con la contaminación del pecado y es una herencia que no se marchita, sino que conservará su esplendor y su brillo por los siglos de los siglos<br />
<br />
Y es por la veracidad ciertísima de esa promesa que nosotros hoy podemos y debemos alegrarnos con gran alegría, “aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas”.<br />
<br />
He ahí la paradoja del gozo cristiano. Concomitantemente con nuestro gozo, tendremos que experimentar aflicciones diversas en nuestro peregrinaje al cielo. Eso no es opcional para el creyente; es parte integral de la vida cristiana.<br />
<br />
Cuando Pedro dice aquí “si es necesario” no está implicando la posibilidad de que alguien pueda evitar esa experiencia, porque tal vez para él no sea necesario. No.<br />
<br />
La forma gramatical que Pedro usa en el original asume la realidad de la condición; podríamos traducir esa frase: “si es necesario, como de hecho lo es” o “ya que es necesario”.<br />
<br />
Como decía hace un momento, el sufrimiento no es opcional para el cristiano. Mientras estemos aquí tendremos que atravesar por diversas pruebas, pruebas de varias tipos, de diferentes colores.<br />
<br />
Y no es tanto el número de pruebas lo que ese adjetivo enfatiza, sino los diversos tipos de pruebas que vienen a nuestras vidas y los diversos aspectos que contiene cada una de ellas.<br />
<br />
Cada prueba que viene a la vida del cristiano lo afecta de diferentes maneras. Un hijo se enferma y eso trae dolor y tristeza a la vida de los padres, pero al mismo tiempo trae inquietud porque tal vez no hay dinero suficiente para costear el tratamiento, y al mismo tiempo esos padres están luchando con la tentación de pensar que Dios se ha olvidado de ellos porque su hijo no sana.<br />
<br />
La misma prueba ha traído diversas situaciones aflictivas a la vida de esa familia. Pero aún así, Pedro nos dice que el cristiano puede experimentar gozo en medio de la aflicción. Y eso, por varias razones.<br />
<br />
En primer lugar, por la brevedad del sufrimiento. Nuestro dolor tiene un límite. Por un lado, Dios no nos dejará ser tentados más allá de lo que podemos resistir, dice Pablo en 1Cor. 10:13.<br />
<br />
Pero por el otro lado, el sufrimiento presente es tan breve como la vida presente. Comparado con la eternidad nuestra vida en este mundo es como un soplo, dice Santiago, como la neblina “que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece” (Sant. 4:14Abrir con Software Bíblico Logos (si está disponible)).<br />
<br />
Es a la luz de esa realidad que Pablo describe los sufrimientos del cristiano en 2Cor. 4:17 como una “leve tribulación momentánea”. Seremos afligidos, pero es por un poco de tiempo. Pronto cruzaremos el río y llegaremos a aquel lugar en el que Dios enjugará toda lágrima de nuestros ojos; “y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor”.<br />
<br />
Los cristianos podemos experimentar gozo y alegría en medio del sufrimiento, porque sabemos que nuestro dolor tiene un límite y “que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” (Rom. 8:18). Al final del camino nos espera la gloria.<br />
<br />
Pero hay algo más que permite a los cristianos experimentar gozo y alegría en medio de la aflicción y el sufrimiento, y es el hecho de saber que esas pruebas son permitidas y controladas por el Dios soberano con un propósito bueno (vers. 7).<br />
<br />
La palabra que RV traduce como “prueba” da la idea de algo que ha sido examinado y aprobado; de ahí que puede ser traducido también como “genuino”, “verdadero”.<br />
<br />
La fe verdadera es una fe perseverante; es una fe que permanece aferrada a su Señor sin importar las circunstancias adversas que tenga que enfrentar. En la parábola del sembrador Cristo habla de algunos que “reciben la palabra con gozo; pero éstos no tienen raíces; creen por algún tiempo, y en el tiempo de la prueba se apartan” (Lc. 8:13).<br />
<br />
<br />
<br />
Pero la fe verdadera no es así. Esa es la gran lección de He. 11Abrir con Software Bíblico Logos (si está disponible): la fe genuina persevera en medio de la prueba, en medio del conflicto, cuando las cosas no parecen tener ningún sentido. Y esa fe verdadera, dice Pedro, es “mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego”.<br />
<br />
A nadie le gustaría ir a una joyería y que le vendan una pieza que es supuestamente de oro, para descubrir después que es de hojalata. El oro debe ser probado con fuego, no sólo para examinar su genuinidad, sino también para librarlo de impurezas.<br />
<br />
Pero ¡cuánto más debería ser probada la fe que es muchísimo más valiosa que el oro! Así como el oro es refinado y purificado por fuego, así también nuestra fe debe ser refinada y purificada por el fuego de la prueba. En otras ocasiones hemos mencionado lo que hacían los orfebres con el oro en los días de Pedro (explicar).<br />
<br />
Los cristianos no somos masoquistas, no disfrutamos el dolor y el sufrimiento. Pero sí podemos gozarnos en medios de las aflicciones, porque sabemos que son un instrumento en las manos de Dios para moldear nuestro carácter y hacernos cada vez más semejantes a nuestro Señor y Salvador Jesucristo (comp. 2Cor. 4:16-18Abrir con Software Bíblico Logos (si está disponible); Sant. 1:2-3Abrir con Software Bíblico Logos (si está disponible)).<br />
<br />
¿Qué es lo que anhelamos? Que en el día final, cuando nuestro Señor Jesucristo regrese en gloria, nosotros estemos en el grupo de aquellos que le escucharán decir: “Bien, buen siervo y fiel, sobre poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu Señor” (Mt. 25:21).<br />
<br />
Esa es la idea en el vers. 7. Nosotros queremos estar en el grupo de aquellos que ocupará una posición de honor al lado de nuestro bendito Señor y Salvador cuando El se manifieste en gloria.<br />
<br />
Para tener esa certeza tendremos que atravesar necesariamente por diversas aflicciones, para que la genuinidad de nuestra fe sea probada, y en ese proceso de prueba sea purificada.<br />
<br />
He ahí, entonces, el primer aspecto paradójico del gozo cristiano; los hijos de Dios experimentan gozo y alegría a pesar de que son afligidos en diversas pruebas.<br />
<br />
Pero ahora Pedro menciona otro aspecto tan o más paradójico que el anterior, y es que el gozo de los cristianos emana de la relación de amor y confianza que tienen con Alguien que ellos no ven.<br />
<br />
<span style="color: #274e13;"><b>II. EL GOZO DE LOS CRISTIANOS EMANA DE LA RELACION DE AMOR Y CONFIANZA CON ALGUIEN QUE ELLOS NO VEN</b></span><br />
<br />
Vers. 8-9. Noten como Pedro describe a los cristianos aquí: como aquellos que aman a Cristo y se gozan en El, a pesar de nunca le han visto. Y es interesante notar como Pedro se excluye a sí mismo, porque él sí había tenido la experiencia de conocer físicamente a Cristo durante Su ministerio terrenal.<br />
<br />
Pero la mayoría de estos creyentes no habían tenido ese privilegio y aun así podían participar del mismo amor y del mismo gozo. A menudo pensamos: “Ah, si yo hubiese vivido en los días de los apóstoles y hubiese visto a Cristo y le hubiese escuchado, seguramente mi fe sería más fuerte y más profunda”.<br />
<br />
No, mi hermano, no necesitamos esa experiencia física para amar a Cristo y gozarnos en El. Lo que hace el Espíritu Santo en la conversión es abrir los ojos de nuestra alma para que podamos ver a Cristo en toda Su gloria y en toda Su belleza, de tal manera que nuestras almas son inclinadas poderosamente a encontrar nuestro deleite en El.<br />
<br />
Por eso es que Pedro puede describir a los cristianos de ese modo. El que no ama a Cristo ni se goza en El es porque no le conoce, sus ojos espirituales no han sido abiertos aún.<br />
<br />
¿Saben qué es la conversión? Alguien lo ha descrito como “lo que ocurre en el corazón cuando Cristo viene a ser para nosotros un Cofre de Tesoro de gozo santo”.<br />
<br />
En otras palabras, en la conversión ha sido creado en nosotros un nuevo gusto espiritual que antes no teníamos por la gloria de Cristo, y que nos mueve eficazmente a entregarnos por entero a El.<br />
<br />
Comp. Mt. 13:44 Esta parábola describe el proceso a través del cual un pecador es convertido y traído al reino de los cielos. Esta persona, que antes iba por la vida despreocupado, disfrutando los deleites baratos que este mundo ofrece, porque él pensaba que eso era todo lo que había, de repente encuentra un tesoro, un tesoro que es incomparablemente más hermoso y más valioso que todo lo que había visto hasta entonces.<br />
<br />
Y cuando pregunta el precio, le dicen simple y llanamente: “Te cuesta todo lo que tienes, incluyendo tu propia vida”. Pero es tal su deseo de tener ese tesoro que no regatea siquiera; vende todo lo que tiene para comprarlo. Eso es la conversión.<br />
<br />
Pero, ¿qué fue realmente lo que sucedió en ese individuo que lo llevó a ver en Cristo y Su evangelio un tesoro que antes no veía? Este hombre vio su pecado tal cual es, la fuente de todas sus desgracias, de una vida sin sentido, sin propósito, miserable, y lo que finalmente lo arrojaría en una condenación de miserias sin fin.<br />
<br />
Pero también vio a Cristo tal cual es: no sólo como el que puede salvarle de la condenación del pecado, sino también como Aquel tesoro que puede saciar plenamente las necesidades más profundas de su alma, como Aquel que puede brindarle la comunión más deleitosa que alguna vez haya podido disfrutar.<br />
<br />
Es por eso que el hombre de la parábola no tiene reparo alguno en darlo todo con tal de tenerle a El. Cristo dice que este hombre “vende todo lo que tiene” gozoso; él lo hace con gozo, porque sabe que obtendrá a cambio algo de infinito valor.<br />
<br />
Amados hermanos, ¿cuál es el llamado de Cristo en los evangelios? Su llamado es venir a El para ser plenamente satisfechos en El. Jn. 6:35: “Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mi cree, no tendrá sed jamás”. Esa es la oferta del Señor. “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva” (Jn. 7:37-38Abrir con Software Bíblico Logos (si está disponible)).<br />
<br />
Entonces, ¿por qué es que hay cristianos que no están manifestando esa satisfacción y ese gozo como debieran? Porque la vida cristiana es una lucha, y somos continuamente seducidos a buscar deleite y satisfacción en eso mismo que un día tuvimos por basura. Es interesante cómo Pablo plantea lo que había sido su experiencia con Cristo, muchos años después de su conversión (comp. Fil. 3:7-8).<br />
<br />
En comparación con Cristo, basura dice Pablo. El problema es que muchas veces nosotros dejamos de ver esas cosas de ese modo, olvidamos lo mal que nos iba en Egipto y comenzamos a codiciar otra vez la comida que allí nos servían cuando éramos esclavos. Y cuando somos vencidos, ese es el resultado: perdemos el gozo inefable y glorioso de ser cristianos.<br />
<br />
No es que Cristo ha perdido algo de Su gloria o que has descubierto algo decepcionante en El; no. Es que apartaste de El tus ojos y ahora cualquier cosa barata es capaz de llamar tu atención.<br />
<br />
No en balde la Biblia usa el matrimonio como analogía de nuestra relación con Cristo. Tan pronto nos unimos con una mujer en una relación de pacto, nuestras vidas se funden de tal manera la una con la otra, que la felicidad y el gozo de uno es la felicidad y el gozo del otro (comp. Ef. 5:28Abrir con Software Bíblico Logos (si está disponible)).<br />
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Pero ¿qué sucede cuando comenzamos a descuidar nuestros matrimonios? Que comenzamos a separarnos emocional y físicamente de nuestro cónyuge, el matrimonio se deteriora y sufrimos la consecuencia.<br />
<br />
Pues del mismo modo, nosotros los cristianos somos la esposa de Cristo. Nuestras vidas están ligadas a El en virtud del nuevo pacto y ahora nuestro gozo depende enteramente de nuestra relación con El. Si estás teniendo hoy una vida cristiana insípida es que has apartado tus ojos de Cristo; has dejado de correr con los ojos puestos en El.<br />
<br />
Pero eso no tiene que seguir siendo así, mi amado hermano. Puedes levantarte otra vez, y por la gracia de Dios seguir corriendo la carrera, seguir ejerciendo fe, la misma fe y aun más profunda, que aquella que depositaste en Cristo la primera vez, cuando tus ojos fueron abiertos para ver Su hermosura.<br />
<br />
Y en la misma medida en que veas Su gloria y se acreciente tu amor por El, en esa misma medida crecerá tu gozo.<br />
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“A quien amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os alegráis con gozo inefable y glorioso”. Creyendo en El os alegráis; es un gozo que se produce al creer, un gozo que la fe genera en el corazón de los que creen.<br />
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<br />
Y noten de qué tipo de gozo es que Pedro está hablando en el texto. Pedro nos dice que se trata de un gozo inefable y glorioso. Literalmente, indecible y lleno de gloria.<br />
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Esa palabra que RV traduce como “inefable” solo aparece aquí en el NT, y señala a la persona que ha quedado imposibilitada de describir y expresar lo que está viendo o sintiendo. Pedro dice: “Así es nuestro gozo, indescriptible”.<br />
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Es un gozo que no se puede explicar perfectamente con palabras, porque es muy diferente a los deleites carnales que el mundo disfruta y conoce. Es de una naturaleza infinitamente más sublime. Es una alegría sobrenatural y divina.<br />
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Por otra parte es un gozo lleno de gloria. Es un gozo que anticipa los deleites eternos. A diferencia de los goces carnales que embotan los sentidos y corrompen la mente, este gozo aclara el entendimiento, pone las cosas en perspectiva, nos prepara para la vida en el cielo. Es un anticipo del gozo eterno y perfecto que disfrutaremos en la gloria.<br />
<br />
Ningún deleite de este mundo puede compararse siquiera con el deleite y satisfacción distintivamente cristianos. Dice el salmista en el Sal. 4:7Abrir con Software Bíblico Logos (si está disponible): “Tu diste alegría a mi corazón mayor que la de ellos cuando abundaba su grano y su mosto”.<br />
<br />
Los hombres del mundo se alegran en su prosperidad, pero nuestro gozo es mayor, hermanos. Nada puede sustituir la alegría del creyente que se deleita en Dios. Y cuando somos seducidos a buscar ese deleite en otras cosas de este mundo, el resultado final será, sin duda alguna, tristeza y frustración.<br />
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Comp. Jer. 2:11-13Abrir con Software Bíblico Logos (si está disponible). Los cielos se espantan ante un desatino como este; es espantoso que una persona cometa semejante insensatez, dejar de lado una fuente de agua viva, para cavar cisternas rotas que no retienen agua.<br />
<br />
Cristo vino a darnos vida, vida en abundancia; El es la fuente de agua viva que calma nuestra sed; solo en El podrán encontrar nuestras almas plena satisfacción.<br />
<br />
Y en cuanto a ti, mi amigo que nos visitas en esta mañana, he aquí nuestra invitación para ti hoy: “Gustad y ved que es bueno Jehová, dice David en el Sal. 34:8 dichoso el hombre que confía en El”.<br />
<br />
Ningún logro de este mundo, ninguna posesión terrenal, ningún deleite mundano podrán darle alivio a un hombre que vive sin esperanza y sin Dios; ninguna de esas cosas podrá satisfacer el alma de aquel a quien le espera una eternidad alejado de Dios y en perpetuo sufrimiento.<br />
<br />
Mi amigo, el mundo es una cisterna rota que no retiene el agua; allí nunca podrás apagar la sed de tu alma. Tú necesitas el perdón de tus pecados, ser reconciliado con Dios, ser adoptado en la familia de la fe; necesitas un Padre que vele por ti y una esperanza por la cual vivir; y eso sólo se encuentra en Cristo.<br />
<br />
Nuestro Dios es bueno, para siempre es Su misericordia, y hoy El ha tenido misericordia de ti permitiéndote escuchar Su Palabra y llamándote al arrepentimiento.<br />
<br />
No desprecies la bondad de Dios; ven y ampárate bajo Su sombra, ven y pídele perdón por tus pecados, confiando sólo en Cristo, en Su vida perfecta, en Su muerte en la cruz y entonces experimentarás el gozo inefable y glorioso de conocer a Cristo, teniendo la esperanza ciertísima de pasar la eternidad en Su presencia.<br />
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<span style="font-size: x-small;">Publicado originalmente por: http://www.ayudapastoral.com/</span></div>
<div class="blogger-post-footer">Publicado por César Darío Sánchez en viveypermanece.blogspot.com.ar. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.</div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2063440187448437570.post-30190492512209807642017-03-28T20:02:00.000-03:002017-03-28T20:02:14.564-03:00Nueve formas de saber que el Evangelio de Cristo es verdadero<br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhOCIN-ytzdvNbCuISXtHPWBv2VTgPIY6L0nXG-2DYsn5kAA-ms3_9NJVY1XqiTGb30XtpNxO9gHAcZKrX9_J2ThWp0W9U_3isqyjulakohWA1YfZq_-4PwYINrbaeTcJR7LyCG3A9maAse/s1600/images.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhOCIN-ytzdvNbCuISXtHPWBv2VTgPIY6L0nXG-2DYsn5kAA-ms3_9NJVY1XqiTGb30XtpNxO9gHAcZKrX9_J2ThWp0W9U_3isqyjulakohWA1YfZq_-4PwYINrbaeTcJR7LyCG3A9maAse/s1600/images.jpg" /></a></div>
Por John Piper<br />
<br />
<b>1.</b> Jesucristo, como nos es presentado en el Nuevo Testamento, y como aparece ante nosotros a partir de todos sus escritos, es demasiado sencillo y demasiado grande para haber sido inventado tan uniformemente por estos escritores. El poder de Jesucristo desató estos escritos; los escritos no crearon el poder. Jesús es mucho más grande y más convincente que cualquiera de sus testigos. Su realidad confirma estos escritos como un evento grande, global; respalda a miles de presentadores. Algo formidable desató a estos diversos testigos para contar estos relatos sensacionales y variados, pero unificados, de Jesucristo.<br />
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<a name='more'></a><br />
<br />
<b>2.</b> Nunca nadie ha explicado la tumba vacía de Jesús en el ambiente hostil de Jerusalén, donde los enemigos de Jesús hubieran dado cualquier cosa para presentar el cadáver, pero no pudieron. Los primeros intentos para cubrir el escándalo de la resurrección fueron claramente contradictorios a toda experiencia humana – los discípulos no roban un cuerpo, (Mateo 28:13) ¿Y luego sacrifican sus vidas para predicar un evangelio glorioso de la gracia sobre la base del engaño? Las teorías modernas de que Jesús no murió, sino que se desvaneció y luego despertó en la tumba y movió la piedra y engañó a Sus escépticos discípulos para que creyeran que Él fue levantado como el Señor del Universo no convencen.<br />
<br />
<b>3.</b> Los oponentes cínicos del cristianismo abundaron cuando se hicieron afirmaciones de que habían muchos testigos disponibles para ser consultados referente a la resurrección de Jesús de entre los muertos. “Luego se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, la mayoría de los cuales viven aún, pero algunos ya duermen;(1 Corintios 15:6).” Tales afirmaciones habrían sido expuestas como una falsedad inmediata si se hubiera podido. Pero sabemos que no hubo exposición. Abundaron testigos oculares del Señor resucitado cuando se estaban haciendo las reclamaciones decisivas.<br />
<br />
<b>4.</b> La iglesia primitiva era una fuerza indómita de fe, amor y sacrificio basada en la realidad de Jesucristo. El carácter de esta iglesia, y la naturaleza del evangelio de gracia y perdón, y el coraje impertérrito de hombres y mujeres – aún hasta la muerte – no encaja en la hipótesis de "histeria masiva". Ellos simplemente no eran así. Algo completamente real y magnifico había ocurrido en el mundo y ellos estaban lo suficientemente cerca para conocerlo, y estar seguros de ello, y ser afectados por su poder. Ese algo era Jesucristo, como todos ellos testificaron, aún mientras morían cantando.<br />
<br />
<b>5.</b> Las profecías del Antiguo Testamento encuentran un sorprendente cumplimiento en la historia de Jesucristo. Los testimonios de estos cumplimientos son demasiados, demasiado diversos, muy sutiles, y muy entrelazados en la historia de la iglesia del Nuevo Testamento y sus muchos escritos, para ser inventados por alguna gran conspiración. Hasta en los detalles, Jesucristo cumplió docenas de profecías del Antiguo Testamento que confirman Su verdad.<br />
<br />
<b>6.</b> Los testigos de Jesucristo que escribieron los evangelios y cartas del Nuevo Testamento no son crédulos, embusterosos o dementes. Los libros llevan las marcas de inteligencia, claridad mental y madurez, y una visión moral que es convincente. Ellos se ganan nuestra confianza como testigos, especialmente cuando se toman todos juntos, con un gran mensaje unificador -aunque dicho en forma distintiva- sobre Jesucristo.<br />
<br />
<b>7.</b> La visión del mundo que surge de los escritos del Nuevo Testamento tiene más sentido de realidad que cualquiera otra visión del mundo. No sólo encaja con el corazón humano, sino también con el cosmos y la historia y Dios como se revela a Sí mismo en la naturaleza y en la conciencia. Algunos pueden llegar a esta conclusión después de mucha reflexión, otros pueden llegar a esta convicción por un sentido anterior a la reflexión, intuitivo, de la profunda idoneidad de Cristo y Su mensaje al mundo que conocen.<br />
<br />
<b>8.</b> Cuando uno ve a Cristo como está descrito fielmente en el Evangelio, ahí se hace visible una luz espiritual que es una confirmación de sí mismo. Esta es la “luz del conocimiento de la gloria de Dios" (2 Corintios 4:6),” y es tan inmediatamente percibida por el corazón despertado por el Espíritu como una luz es percibida por el ojo abierto. El ojo no argumenta que hay una luz, ve la luz.<br />
<br />
<b>9. </b>Cuando vemos y creemos en la gloria de Dios en el evangelio, el Espíritu Santo nos es dado para que el amor de Dios pueda ser “derramado en nuestros corazones (Romanos 5:5).” Esta experiencia del amor de Dios conocida en el corazón a través del evangelio de Aquél que murió por nosotros cuando aún éramos impíos, nos asegura que la esperanza despertada por todas las evidencias que hemos visto no nos decepcionará.<div class="blogger-post-footer">Publicado por César Darío Sánchez en viveypermanece.blogspot.com.ar. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.</div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2063440187448437570.post-49118281026436909552016-10-11T10:40:00.000-03:002016-10-11T10:49:53.976-03:00¿Por qué tienes dificultades como cristiano?<div style="text-align: right;">
<div style="background-color: white; color: #1d2129; display: inline; font-family: helvetica, arial, sans-serif; margin-top: 6px;">
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<span style="font-size: xx-small;"><br /></span></div>
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<span style="font-size: xx-small;">
</span></div>
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg58-yTf2xFPw-sod6vIhr5sxS_sc0fWAz-rf5XHWYB76MNqhbUlp94bUE7HOmgecz2HPfAPjpjK0e5N5xWl6gDNoBF5z5FSKTtqZ1u8yFRD58BuCB2y4YEncubJ9Ds1vwgv0mq6Q-k0fz4/s1600/150629103910_dolor_624x351_thinkstock.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="179" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg58-yTf2xFPw-sod6vIhr5sxS_sc0fWAz-rf5XHWYB76MNqhbUlp94bUE7HOmgecz2HPfAPjpjK0e5N5xWl6gDNoBF5z5FSKTtqZ1u8yFRD58BuCB2y4YEncubJ9Ds1vwgv0mq6Q-k0fz4/s320/150629103910_dolor_624x351_thinkstock.jpg" width="320" /></a></div>
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Por Tony Segar</div>
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¿Te has preguntado alguna vez por qué tienes dificultades como cristiano? Te convertirse a Cristo pensando que te iría chévere, que Cristo a tu lado, ahora está de tu lado, garantía de un éxito en todo lo que emprendieras. Pero no ha sido así. Cuando te ha ido “de la patada”, sientes que eres objeto de la mala suerte, más que sujeto de la bendición.</div>
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En la vida cristiana, las aflicciones no son un accidente del destino, no es el azar lo que controla tu vida sino la providencia de Dios. Uno de los libros de la Biblia más empapados de lágrimas aclara: ¿Quién será aquel que diga que sucedió algo que el Señor no mandó? (Lam 3:37).</div>
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Antes de preguntar “porqué”, Dios quiere que nos preguntemos “para qué”. Porque tanto es verdad que nada nos viene por azar como que nada de lo que nos viene es en vano. Dios tiene un mínimo de cuatro grandes propósitos por las que permite que seamos afligidos.</div>
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El primer propósito de las aflicciones es formativo. El mismo Dios que gestó el nuevo nacimiento desarrolla madurez. El tierno asombro que produce ver a un recién nacido se torna a intensa preocupación en cuanto el doctor dice que el niño no está creciendo. Dios no tiene ningún hijo que sea enano y una de las formas en que nos enseña madurez es cursando en la escuela del dolor.</div>
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Ni aún Cristo fue exento de esta escuela. Aunque era impecable, En Hebreos 5:7-10 afirma que por al dolor que pasó aprendió obediencia. No fue madurar de desobediencia a obediencia, sino de pequeños actos de obediencia al gran acto de obediencia que lo llevó a la cruz. El dolor que sientes hoy, está potenciando para mañana una obediencia que no podrá pasar desapercibida en este mundo.</div>
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Si el primer propósito de las pruebas es formativo, el segundo es correctivo. La Biblia afirma que Dios al que ama disciplina. El buen pastor usa del cayado para ayudarnos, pero igualmente de la vara para evitar desvíos terrenales que pueden terminar en calamidad eterna.</div>
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Dios nos redimió para ser salvos e igualmente para ser hijos adoptivos. La vara de corrección duele, pero conforta; confiere a nuestro corazón la confianza de no ser bastardos desatendidos, sino hijos del rey, quienes han de conducirse conforme al decoro de la familia real. Además, como el niño con llantitas auxiliares en su bicicleta se siente seguró que evitará la caída, así la disciplina infunde la confianza de que la caída fatal será prevenida por una fuerza mayor a nuestro esfuerzo personal.</div>
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“En medio del dolor, propónte el día de hoy a alabar a Dios tanto por la caricia suave como por la aspera disciplina, pues en ambas se escucha el latido del amor paternal.”</div>
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Hasta ahora has aprendido que las pruebas tienen un propósito formativo ycorrectivo. El tercer propósito es preparativo. Las herramientas usadas por Dios se fraguan en el fuego de la prueba. La lista no es corta. José por años sufrió perplejidades antes de ser exaltado líder sobre Egipto. Moisés fue desterrado como vagabundo por 40 años en el desierto antes de ser líder sobre Israel. David fue perseguido 8 años por los celos incontenibles de Saúl antes de sentarse en el trono en Hebrón.</div>
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Pablo mismo ilustra esta verdad en su propia vida (2 Corintios 1.3-7). Consideró que las severas pruebas que le sobrevinieron en Asia no eran una molestia por sacudirse, sino dosis de empatía a su corazón por los que sufren. Es más fácil reír con los que rían, que llorar con los que lloran; y más natural compadecernos con ellos cuando somos compañeros de toda suerte de pruebas.</div>
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¿Podrá ser que hoy Dios ponga a alguien en tu camino cuyo alivio se encuentre en la cosecha de la sabiduría fraguada en tu aflicción?</div>
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Hay aún otro importante propósito desapercibido por muchos. Además de formación, corrección y preparación; las aflicciones confieren prevención. Previene episodios de enaltecimiento exorbitantes</div>
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¡Increíble pero cierto! Nuestro susceptible corazón es influenciado por las tentaciones y también por las bendiciones. Las tentaciones lo desvían, las bendiciones lo hinchan de vanidad. Las aflicciones son vacunas anti-inflamatorias para prevenir este problema cardiaco.</div>
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No pienses que esta prevención está reservada para principiantes, neófitos de la fe u hombres de doble ánimo. El gran Apóstol Pablo mismo requirió prevención. Le fue dado un aguijón en la carne para prevenir que los aires del tercer cielo provocasen alucinaciones apoteósicas (2 Corintios 12.7-9). Un aguijón en la carne le fue dado para prevenir la vanidad, no para corregirla. Fue un acto de previsión divina, no de remedio.</div>
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Hay pruebas fastidiosas que anhelamos despojar de nuestra vida. Antes de pedir a Dios que las remueva, debemos de considerar en qué nos convertiríamos si Él concede nuestra petición. Pues como Dios hirió a Jacob para poderlo bendecir, así debe haber heridas medicinales que llevamos que nos permiten disfrutar de las bendiciones de Dios con sobriedad.</div>
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Sería imposible agotar todos los propósitos de las pruebas en el cristiano. Santiago se refiere a las aflicciones como “diversas pruebas”, –multicolores en el original. Diversos matices aflictivos generan diversos propósitos que conjuntamente forman la imagen de Cristo en nosotros. Tengamos pues por sumo gozo cuando nos hallemos en diversas pruebas sabiendo que ninguna de ellas son producidas por el azar ni resultan infructuosas.</div>
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<span style="font-size: x-small;">Fuente: www.apuntespastorales.com</span><br />
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<div class="blogger-post-footer">Publicado por César Darío Sánchez en viveypermanece.blogspot.com.ar. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.</div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2063440187448437570.post-12485267317355856962015-11-10T21:02:00.000-03:002015-11-10T21:09:40.986-03:00La ley y la graciaPor Miguel Núñez<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh6feZmYOwCMqFmbGUqAp7ldsJEh-JyI2eXuxLlwAU1FVz3HcuE-uM1C87nyvopDY3BGHwplpL7EEnaKyIK2n6eSycat178dDO3STqgsXnUVxvg-ODgrGlYb18HSuVNjcgMy95cRmKqVbnf/s1600/74acc9_consejos.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh6feZmYOwCMqFmbGUqAp7ldsJEh-JyI2eXuxLlwAU1FVz3HcuE-uM1C87nyvopDY3BGHwplpL7EEnaKyIK2n6eSycat178dDO3STqgsXnUVxvg-ODgrGlYb18HSuVNjcgMy95cRmKqVbnf/s1600/74acc9_consejos.jpg" /></a></div>
Con cierta frecuencia, el pueblo de Dios encuentra una gran dificultad en mantener el balance entre verdades bíblicas que nosotros colocamos en polos opuestos, pero que Dios coloca una al lado de la otra. Recientemente leí un artículo donde el autor hacía una comparación entre tres posibles (y únicos) enfoques a la hora de enseñar: la predicación de la gracia del evangelio, el libertinaje, y el legalismo. Si lo presentamos de esa manera, el único tipo de predicación que tiene sentido bíblico es la predicación de la gracia del evangelio. El problema está en que el libertinaje es una distorsión del uso de la ley, como también lo es el legalismo. Ahora bien, la gracia solo representa uno de los atributos de Dios, y por tanto la predicación exclusiva de la gracia nos da una idea incompleta y desbalanceada del carácter de Dios.<br />
<a name='more'></a><br />
<br />
Estoy convencido de que hay otro camino. El argumento que vengo sosteniendo es que el creyente necesita conocer el carácter de Dios como está revelado por Él mismo en su Palabra. Esto requerirá una dosis de predicación tanto de la ley como de la gracia. La ley de Dios representa Su carácter santo, y no hay manera de que la predicación del carácter santo de Dios pueda pasar desapercibida sin que la vida del creyente sufra significativamente. Por otro lado, la gracia es otra expresión de Su carácter, que alcanzó su mayor expresión en la cruz. Pero lo que demandó la cruz fue la santidad del carácter de Dios. Sin esa santidad, la cruz no hubiese sido necesaria. Leamos cómo lo expresó Pablo en esta porción de la carta a los Romanos (3:23-26):<br />
<br />
<i><span style="color: #274e13;"><b>“Por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia por medio de la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios exhibió públicamente como propiciación por su sangre a través de la fe, como demostración de su justicia, porque en su tolerancia, Dios pasó por alto los pecados cometidos anteriormente, para demostrar en este tiempo su justicia, a fin de que El sea justo y sea el que justifica al que tiene fe en Jesús”.</b></span></i><br />
<br />
Dios Padre llevó al Hijo a la cruz para no dejar su justicia incumplida y su santidad sin vindicar. La cruz no es solo una expresión de su gracia: es también una expresión de su justicia. Cuando Cristo fue clavado en aquel madero, su gracia puso en despliegue su amor incondicional por los pecadores, y su justicia proclamó el compromiso de Dios consigo mismo de mantener en alto su santidad.<br />
<br />
Aun con la presencia del Espíritu Santo en nosotros, después de Génesis 3 y de este lado de la eternidad, necesitamos un recordatorio continuo de aquello que complace o no a nuestro Dios y esto lo hace la ley de Dios (ver los tres usos de la ley de Dios mas abajo).<br />
<br />
Por otro lado, la gracia me ayuda a no sentirme aplastado por el peso de la santidad de Dios cuando peco, sobre todo después de haber creído y después de tener la iluminación de su Espíritu. De manera que yo necesito una dosis importante de gracia para caminar saludablemente; pero necesito una dosis igualmente importante de la ley para caminar santamente.<br />
<br />
<b>Predicando la ley</b><br />
<br />
Como decíamos al principio, el pueblo de Dios tiende a mover el péndulo hacia un lado o hacia el otro, y raramente lo deja en el medio. Si bien en años pasados el legalismo fue ampliamente confundido con santidad de vida (“no hagas”, “no digas”, “no toques”, “no veas”), hoy en día lo que vemos es una despreocupación por la ley de Dios y un sobre énfasis en la predicación de la gracia, a expensas de la ley.<br />
<br />
Si no entiendo la ley, no apreciaré la gracia.<br />
<br />
Si desprecio su ley, abarataré su gracia.<br />
<br />
El ignorar su ley convierte la ley de la libertad (Stg. 1:25) en libertinaje.<br />
<br />
Esta tendencia es evidente en las iglesias en Latinoamérica. De hecho, está en el ADN del “evangelio de la prosperidad” el predicar las promesas y bendiciones de Dios, sin predicar las demandas de la ley de Dios.<br />
<br />
<b>Por qué no predicar la ley</b><br />
<br />
He podido observar que hay tres tipos de personas que se sienten inclinados a predicar solo la gracia sin el debido lugar de la ley:<br />
<br />
<b>a)</b> Personas con un trasfondo de rebeldía, pero criadas en un hogar cristiano donde hubo mucha ley y poca gracia. Al encontrarse con la gracia de Dios, malentienden que la causa de su rebelión fue la ley y no la ausencia de balance.<br />
<br />
<b>b)</b> Personas altamente emocionales, que desean “revolcarse” en la gracia de Dios para sentirse livianos cada vez que sus emociones los llevan a pecar. De esa manera minimizan la gravedad de sus transgresiones y viven sin ningún cargo de conciencia a pesar de su vida de desobediencia.<br />
<br />
<b>c)</b> Personas que no han entendido el rol de la ley de Dios en la vida del creyente. Los reformadores y aun los puritanos entendieron cuán saludable es la presencia de la ley en nuestras vidas como una manera de proveer una cauce para nuestras emociones caídas y el pecado remanente. Las aguas de un río causan mucho daño cuando se salen de su cause, y lo mismo ocurre con nuestras emociones.<br />
<br />
<b>El tercer uso de la ley</b><br />
<br />
Los reformadores estuvieron de acuerdo en que la ley tenía diversos propósitos. La ley en primer lugar tiene un “uso civil” para restringir el pecado en la sociedad. Dios reveló su ley natural a través de la revelación general que dio al hombre e inscribió esa ley en nuestros corazones como revela Rom.2).<br />
<br />
Un segundo uso sería, el pedagógico. Esto quiere decir que la ley sirve para poner de manifiesto el pecado y así acusa a los pecadores, mostrándole cuánto se han apartado de la ley moral, y así hallar el camino para el evangelio.<br />
<br />
El tercer uso de la ley tiene su efecto en aquellos que están en Cristo. Aquí la ley nos muestra lo que complace a nuestro Dios y lo que no lo complace. Este último uso es para aquellos que ya han nacido de Nuevo. A los creyentes se nos ha dado una nueva habilidad para guardar la ley que no existía antes de la venida de nuestro Señor y la morada del Espíritu en nosotros. Juan nos enseña de esto en 1 Juan 3:24:<br />
<i><b><span style="color: #274e13;"><br /></span></b></i>
<i><b><span style="color: #274e13;">“El que guarda sus mandamientos permanece en El y Dios en él. Y en esto sabemos que El permanece en nosotros: por el Espíritu que nos ha dado”.</span></b></i><br />
<br />
En un sentido, esto no es tan diferente a lo que había sucedido en el Antiguo Testamento. Dios redimió a su pueblo de la mano de Egipto (Éx. 19), y luego le da la ley (Éx. 20). Primero gracia y luego ley. Dios no le dio la ley para que si ellos la guardaban serían liberados de Faraón. ¡No! Ellos no podían cumplir la ley perfectamente. Pero si necesitaban alguna motivación para guardar la ley, no sería el que serían salvados de Egipto, sino el agradecimiento por haber sido sacados del cautiverio.<br />
<br />
Entonces, no tratamos de obedecer su ley para salvación. Esto nunca ha sido una posibilidad, porque por medio de la ley ningún hombre es justificado (Ro. 3:20). La obediencia a la ley de Dios debe ser una respuesta natural del creyente que ama a su Dios… <i>“Si me amáis, guardaréis mis mandamientos”</i>, (Jn. 14:15). El salmista entendió esto perfectamente bien cuando exclamó, <i>“¡Cuánto amo tu ley!”</i> (Sal. 119:97). Y Pablo afirmó el mismo principio al decir, <i>“Porque en el hombre interior me deleito con la ley de Dios”</i>, (Ro. 7:22). Ni el salmista en el Antiguo Testamento, ni Pablo en el Nuevo, minimizaron el rol de la ley; antes bien, la amaron. Esta es una manera de honrar la santidad del Dios que dio a su Hijo en una cruz para el perdón de mis pecados y la salvación de mi alma.<br />
<br />
<br />
<br />
<br />
<div style="text-align: right;">
<span style="font-size: x-small;"> Extraído de http://www.thegospelcoalition.org/coalicion/article/la-ley-y-la-gracia</span></div>
<div class="blogger-post-footer">Publicado por César Darío Sánchez en viveypermanece.blogspot.com.ar. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.</div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2063440187448437570.post-27272946520009366302015-10-02T00:30:00.003-03:002015-10-02T00:35:23.783-03:00Vanos remordimientos<br />
por Arthur W. Pink<br />
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjf88FSMCRMA_7jaAUVM69xhQR-wIHhhPghcu6Qq9pEBs66ZY-AZFab5d7BXhz7jOFVfSR1WsH1lL47ATB5Z9n9Zxx2PcyuX5eVRNkjOoMWUd5RPxxnZ6QF3Sziqc6Cmki1ABZ56MFDRPKG/s1600/tristeza.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="183" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjf88FSMCRMA_7jaAUVM69xhQR-wIHhhPghcu6Qq9pEBs66ZY-AZFab5d7BXhz7jOFVfSR1WsH1lL47ATB5Z9n9Zxx2PcyuX5eVRNkjOoMWUd5RPxxnZ6QF3Sziqc6Cmki1ABZ56MFDRPKG/s320/tristeza.jpg" width="320" /></a></div>
<span style="color: #274e13;"><i>"Y al último de todos, como a un abortivo, me apareció a mi. Porque yo soy el más pequeño de los apóstoles, que no soy digno de ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios. Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo".</i></span> 1 Corintios 15:8-10<br />
<br />
<br />
Existe en los hombres y las mujeres de nuestros días una inclinación a interesarse en cualquier cosa que parezca atractiva. Vivimos en la era de la publicidad, y la gente está dispuesta a creer todo lo que se le diga. Cree en los anuncios, cree lo que se le dice, lo que hace suponer que si viera en el pueblo, cristiano algo que le diera la impresión de que estos viven gozosos, felices y triunfantes, se arremolinaría en tomo de ellos, ansiosa por descubrir el secreto de vida tan afortunada. Por lo tanto, no es aventurado deducir que lo que cuenta para las grandes masas de afuera es la condición de los de adentro.<br />
<br />
Con mucha frecuencia damos la impresión de que estamos desanimados y deprimidos; a decir verdad, algunos hasta dan la impresión de que llegar a ser cristiano significa encarar problemas nunca antes conocidos. Y así, vistas las cosas de manera superficial, el hombre del mundo llega a la conclusión de que hay más gente feliz fuera de la iglesia que dentro de ella.<br />
Tal percepción, por supuesto, es del todo errónea. Pero tenemos que admitir que, en cierta medida, algunos de nosotros debemos declararnos culpables de tal acusación, y que muy a menudo nuestra depresión espiritual y nuestra mediocre condición de cristianos infelices nos hacen pésimos representantes del evangelio de la gracia redentora.<br />
<a name='more'></a><br />
<br />
Todo esto se debe, por supuesto, a que nos enfrentamos a un adversario muy poderoso. Lo cierto es que desde el momento de nuestra conversión quedamos sujetos a los asaltos más sutiles y poderosos de alguien a quien la Biblia llama <i>"el que gobierna las tinieblas, según el espíritu que ahora ejerce su poder en los que viven en la desobediencia"</i> (Ef. 2:2), <i>"el dios de este mundo"</i> (2 Co. 4:4), <i>"Satanás" </i>y <i>"el diablo"</i>. Conforme vayamos avanzando en nuestro estudio y veamos cómo el diablo es capaz de acercarse a nosotros y atacarnos, y con qué sutileza nos engaña y nos aparta del camino, muchas veces sin que nos demos cuenta de ello, iremos entendiendo por qué tanta gente fracasa.<br />
Por supuesto, él es más peligroso cuanto más sutil viene, sea como "ángel de luz", sea como un supuesto amigo de la iglesia, sea como alguien interesado en el Evangelio y en su difusión. Según las Escrituras, él hace todo esto (2 Co. 11), y en ese punto es de lo más sutil. No sólo es poderoso; también es sutil. Esto se verá más claramente a medida que vayamos viendo las varias formas y manifestaciones de la depresión.<br />
<br />
En vista de esto, debemos prepararnos para hacerle frente a él y a sus ataques, y la manera de hacerlo es estudiando las Escrituras. Sólo allí se nos da una idea de sus métodos. <i>"No ignoramos sus artimañas"</i>, repite el apóstol Pablo a los corintios (2 Co. 2:11); pero lo trágico es que muchos las desconocen, al grado de no creer en su existencia; y aun quienes las conocen llegan a olvidar que él siempre está al acecho y que puede manifestarse bajo las apariencias más sutiles.<br />
Cuando miramos con objetividad sus acciones contra nosotros, no podemos menos que asombramos de nuestra inefable insensatez. Cuando observamos alguno de estos casos de depresión espiritual, nos preguntamos: "¿Cómo pudo alguien llegar a caer en esto?". Todo parece tan perfectamente claro y obvio, y no obstante todos seguimos cayendo en la misma trampa. Eso se debe a los sutiles métodos del diablo. Nos presenta todo de modo tan atractivo que nos damos cuenta de haber caído cuando ya estamos en el suelo.<br />
Sólo hay una manera de enfrentarnos a todo esto, y es mediante el estudio de sus métodos, y mediante el estudio de las varias enseñanzas de la Escritura con referencia a esta condición de depresión espiritual. Eso es lo que nos esforzamos por lograr en nuestro estudio presente.<br />
<br />
Consideremos ahora el caso de gente incapacitada en el presente como resultado de mirar hacia el pasado. Incapacitada esta vez no por haber cometido algún pecado específico sino, más bien, por el hecho de haber pasado tanto tiempo fuera del Reino y de haber entrado en él tan tarde. Ésta es también una causa extremadamente común de depresión espiritual. Esta gente se halla deprimida por el hecho de haber desperdiciado tanto tiempo, tantos años, y por haber tardado tanto para llegar a ser cristianos.<br />
Siempre están lamentando el hecho de haber perdido tantas oportunidades de hacer el bien y de ayudar y servir a otros.<br />
Suelen decir: "Si tan sólo hubiera sabido de todo este servicio cuando era joven, me habría ofrecido voluntariamente a realizarlo; pero apenas ahora me he enterado, y ya es demasiado tarde". ¡Oportunidades perdidas! Otras veces lo expresan en términos de lo que podrían haber logrado, si tan sólo ... Y ésa es su queja: "Si tan sólo .. . ". Pero no creyeron, y al mirar retrospectivamente los años malgastados en el mundo sin haber llegado a entender estas cosas, se llenan de vanos remordimientos por lo que pudieron haber sido, por el grado de gracia que podrían haber alcanzado, y por el punto donde ahora podrían estar.<br />
<br />
Miran al pasado de este modo y sienten remordimientos y lo lamentan; miran hacia atrás, a los momentos felices que podrían haber disfrutado, a los años de felices y gozosas experiencias que podrían haber tenido, pero ya es demasiado tarde. Las oportunidades se han ido. ¿Por qué fueron tan necios? ¿Cómo pudieron ser tan ciegos? ¿Por qué fueron tan lentos? Oyeron el Evangelio, leyeron buenos libros, y en algún momento hasta llegaron a sentir algo, pero sin que nada concreto resultara de ello, y dejaron ir la oportunidad. Ahora lo han entendido finalmente, pero siguen obsesionados con la idea de que "si tan sólo...".<br />
<br />
Ésta es una condición muy común, que explica el estado de depresión espiritual que sufre muchísima gente. ¿Pero cómo tratarla? ¿Qué podemos decir al respecto? Comenzaré por decir que, aunque está muy bien que tales personas sientan remordimientos por haberse tardado tanto en creer, está muy mal que por esa razón se sientan desdichadas. Nadie puede volver la vista hacia el pasado sin encontrar cosas de qué arrepentirse. Y así debe ser. Pero es allí precisamente donde interviene la sutileza de tal condición, y es allí donde cruzamos la delgada línea divisoria entre el remordimiento legítimo y la errónea condición de infelicidad y abatimiento. La vida cristiana es una vida delicadamente equilibrada.<br />
Ésta es una de sus más asombrosas características; hasta se le ha comparado con alguien que camina sobre el filo de una daga, corriendo el riesgo de caer fácilmente hacia uno u otro lado. Constantemente hay que hacer distinciones sutiles, y he aquí una de ellas; debemos distinguir entre el remordimiento legítimo y la errónea condición de abatimiento y desdicha.<br />
<br />
Pero entonces, ¿cómo podemos evitar sentirnos desdichados al respecto? Vamos a pensar en esto, en términos de lo que el apóstol Pablo dice aquí en cuanto a él mismo. Esto siempre me ha parecido un ejemplo perfecto de lo que nuestro Señor nos enseñó en la parábola que se halla registrada en los versículos 1 al 16 del capítulo veinte de Mateo, la cual nos habla de los trabajadores de la viña que fueron contratados a diferentes horas del día, algunos de ellos no antes de las cinco de la tarde. La analizaremos desde la perspectiva de la gente que fue contratada a esa hora tardía, y que fueron los últimos en entrar al Reino.<br />
<br />
Antes de abordar el tema específicamente desde la perspectiva bíblica, considerémoslo de manera más general. Hay ciertos principios de sentido común y de sabiduría general que deben aplicarse a esta condición. Parece que hay quienes piensan que está mal que los cristianos usemos el sentido común. Quienes así piensan, por lo visto creen que todo debe hacerse siempre de modo exclusivamente espiritual. Curiosamente, me parece que eso va en contra de las Escrituras.<br />
<br />
El cristiano no es, en modo alguno, inferior al incrédulo, sino que siempre es superior; no sólo puede hacer todo lo que hace un incrédulo, sino que excede a éste en sus capacidades. Así es como debe verse al cristiano, como alguien que debe enfrentar las circunstancias aplicando el sentido común, y que al hacerlo así actúa de manera correcta y legítima. Si podemos vencer al diablo a ese nivel, hagámoslo. No importa a qué nivel derrotemos al diablo, con tal de que lo derrotemos. Y sí podemos vencerlo y librarnos de él mediante la aplicación del sentido común y la sabiduría general, hagámoslo. No hay en tal acción nada que no sea perfectamente correcto y legítimo para un cristiano.<br />
Digo todo esto porque frecuentemente me encuentro con gente que tiene escrúpulos en este punto, y en vez de hacer algo completamente obvio desde la perspectiva del sentido común, dedica ese tiempo a orar al respecto.<br />
<br />
Me explico. Lo que estoy diciendo es que lo primero que debe decirse a sí mismo cualquiera que se encuentre en esta condición (lo mismo vale para quien tenga que ayudar a otro en la misma condición), es que es una verdadera pérdida de tiempo y de energía el sentirse desdichado hoy por los fracasos del ayer. Esto es obvio. Esto lo dicta el sentido común.<br />
Nadie puede hacer que vuelva el pasado, ni puede hacer nada al respecto. Uno puede sentarse y vivir desdichado, y dejarse comer y carcomer de remordimiento por el resto de sus días, sin que esto cambie lo que antes se hizo. Esto es sentido común, y no hace falta ninguna revelación cristiana especial para demostrarlo. La sabiduría popular nos dice que "palo dado, ni Dios lo quita". Bien, ¡repitámosle esto al diablo! ¿Por qué los cristianos tenemos que ser más tontos que otros? ¿Por qué no podemos aplicar el sentido común y la sabiduría popular a una situación dada?<br />
Sin embargo, eso es lo que mucha gente no hace, y el resultado es que desperdician su tiempo y energía en vanos remordimientos por cosas que ya no pueden cambiar ni deshacer. Actuar así es verdaderamente insensato e irracional, aun desde la norma humana del sentido común. Establezcamos, pues, el siguiente principio: No vamos a preocupamos ni un segundo por nada que no podamos afectar ni cambiar. Eso es dilapidar nuestro energía. Si no podemos cambiar la situación, dejemos de preocuparnos por ella y no le dediquemos más tiempo. Si lo hacemos, el diablo nos ha vencido.<br />
Los remordimientos vagos e inútiles debemos desecharlos como irracionales. Amigos míos, ¡echémoslos fuera! Muy al margen del cristianismo, resulta tonto pensar en ellos, pues perdemos tiempo y energía.<br />
<br />
Pero sigamos adelante y démonos cuenta de que alentar el pasado significa simplemente fracasar en el presente. Mientras nos sentemos a llorar por el pasado y a lamentar todo lo que antes no hicimos, nosotros mismos estaremos impidiéndonos trabajar en el presente. ¿Y a eso podemos llamarle cristianismo? ¡Claro que no! El cristianismo es más que sentido común, pero lo incluye. Claro que alguien me dirá: "¡Ah, pero eso puedo oírlo allá afuera, en el mundo!". Y yo contesto: "Pues si puede oírlo, ¡óigalo y actúe en consecuencia!". Nuestro Señor mismo ha dicho que los hijos de este mundo son más astutos en su generación que los hijos de la luz. Nuestro Señor alabó al mayordomo injusto, y yo simplemente hago lo mismo.<br />
El mundo, desde su perspectiva de sabiduría popular, tiene toda la razón en este caso. Siempre es un error hipotecar el presente por el pasado; siempre es un error dejar que el pasado actúe sobre el presente como un freno. ¡Dejemos que los muertos entierren a sus muertos! En el tribunal de los cánones comunes del pensamiento, nada es más reprensible que permitir que lo que pertenece al pasado nos haga fracasar en el presente. Y eso es lo que provoca esta mórbida preocupación por el pasado. La gente a que me estoy refiriendo está fracasando en el presente.<br />
En vez de vivir en el presente y seguir adelante con su vida cristiana, se sientan a lamentar el pasado. Tan afligidos están en cuanto a su pasado que no hacen nada en el presente. ¡Qué error más garrafal!<br />
<br />
Mi tercer argumento, desde la perspectiva del sentido común y la sabiduría popular, es el siguiente: que si realmente creemos lo que decimos acerca del pasado, y que si realmente lamentamos el haber perdido tanto tiempo en el pasado, lo que debemos hacer es recuperarlo en el presente. ¿Acaso esto no es sentido común? Cierto hombre viene a verme, y totalmente abatido me dice: "¡Cuánto tiempo he desperdiciado! Si tan sólo...". He aquí mi respuesta inmediata: "¿Y está usted tratando de recuperar ese tiempo perdido? ¿Para qué desperdicia usted tanta energía hablándome del pasado, si no puede cambiarlo? ¿Por qué no invierte esa energía en el presente?". Y le hablo con vehemencia porque esta condición hay que tratarla con firmeza. Lo último que hay que hacer con gente así es mostrarles compasión. Y si alguno de mis lectores sufre de esta condición, le sugiero examinarse desde la simple perspectiva del sentido común: su conducta es insensata e irracional, está malgastando su tiempo y su energía, y en realidad no cree en lo que dice. Y si lamenta usted haber desperdiciado su pasado, recupérelo ya y dediqúese a vivir el presente en plenitud.<br />
<br />
Así lo hizo Pablo, quien nos dice:<br />
<i><span style="color: #38761d;"><br /></span></i>
<b><span style="color: #274e13;"><i>"Y por último, como a uno nacido fuera de tiempo, se me apareció también a mí"</i>.</span> </b><br />
<br />
Lo que en efecto está diciendo es: "He desperdiciado mucho tiempo; otros se me han adelantado", pero tiene la capacidad de seguir adelante y de agregar:<br />
<b><i><span style="color: #274e13;"><br /></span></i></b>
<b><i><span style="color: #274e13;">"He trabajado con más tesón que todos ellos, aunque no yo sino la gracia de Dios que está conmigo"</span></i> </b>(1 Co. 15:10).<br />
<br />
Pues bien, he aquí el argumento; he aquí la manera de tratar este problema desde la perspectiva del sentido común y de la sabiduría popular común y corriente. Esto ya es bastante, y debiera ser suficiente; no obstante, sigamos adelante. Yo afirmo que el cristiano nunca es menos que el incrédulo, sino que siempre es más. Debiera tener todo el sentido común y toda la sabiduría del incrédulo, pero también algo más. Y aquí llegamos a la afirmación del gran apóstol y a la enseñanza de nuestro Señor en la parábola de la viña, en el capítulo 20 de Mateo.<br />
<br />
Veamos lo que el apóstol tiene que decir. Ya hemos visto lo que dijo en cuanto al gran pecado de su vida, y lo mismo encontraremos en este problema. El apóstol hace aquí un recuento de las apariciones del Señor resucitado. Su preocupación inmediata tiene que ver con esta gran doctrina, pero dice lo siguiente: "... por último,... se me apareció también a mí". Indudablemente, al apóstol le pesaba el hecho de haber llegado tan tarde a la vida cristiana.<br />
Pero aclaremos lo que quiere decir con la frase "por último": con esto quiere decir que él fue el último de los apóstoles en ver al Señor resucitado. Todos ellos lo habían visto juntos en diferentes momentos. En aquel tiempo Pablo no estaba con ellos, pues era entonces un blasfemo y un perseguidor de la iglesia. De modo que "por último" quiere decir "después de todos los demás apóstoles". Pero Pablo no sólo fue el último de los apóstoles, sino que literalmente fue el último que vio al Señor resucitado. Desde que el apóstol Pablo vio al Señor resucitado en el camino a Damasco, nadie más ha vuelto a verlo con sus propios ojos. El Señor "se apareció a más de quinientos hermanos a la vez" (1 Co. 15:6). Ni siquiera sabemos cómo se llamaban, pero él se reveló a ellos y a los otros varios testigos mencionados en este pasaje. Sin embargo, el último en verlo fue Saulo de Tarso. Lo que sucedió en el camino de Damasco no fue una visión que Pablo haya tenido. Desde entonces muchos han tenido visiones. S.G. Anderson - Young girl<br />
<br />
Lo que sucedió fue que Pablo vio, literalmente, al Señor de la Gloria. Y esto es lo que él dice aquí: "por último,... se me apareció también a mí". El hecho de ser un testigo de la resurrección fue lo que hizo de él un apóstol. Pero lo que Pablo enfatiza es que precisamente él fue el último de todos. No contento con esto, añade: "... por último, como a uno nacido fuera de tiempo, se me apareció también a mí". Hubo en su nacimiento espiritual algo extemporáneo, algo fuera de lo natural. Pablo no fue como los otros, los cuales habían escuchado las enseñanzas del Señor y habían pasado con él mucho tiempo; después de la Resurrección habían estado con él cuarenta días, y habían presenciado la Ascensión. Habían estado con él desde el principio hasta el fin. Pablo, por el contrario, había tenido un nacimiento espiritual de carácter extemporáneo y antinatural; había llegado, "por último", de manera extraña e inusitada.<br />
<br />
Esto es lo que él dice de sí mismo. Por supuesto, al pensar en ello no podía menos que lamentarlo, pues podría haber estado con Jesús desde el principio; podría haber tenido todas las facilidades y oportunidades, . . . pero había aborrecido el Evangelio. "Verdaderamente pensaba dentro de sí que debería hacer muchas cosas en contra del Nombre de Jesús...". Pablo consideraba a Jesús un blasfemo; trató de exterminar a sus seguidores y a la Iglesia. Mientras él estaba afuera, todos los demás estaban adentro.<br />
Pero "por último", y de la manera más extraña, entró. ¡Qué fácil le hubiera sido pasarse el resto de su vida en vanos remordimientos acerca del pasado! Él mismo nos dice aquí: "... por último,... se me apareció también a mí... que soy el más insignificante de los apóstoles... porque perseguí a la iglesia". Todo era muy cierto, y él lo lamentaba amargamente; pero eso no lo paralizó, ni lo hizo pasarse el resto de su vida sentado en un rincón y repitiendo: "Fui el último en entrar. ¿Por qué lo hice? ¿Cómo pude haberlo rechazado?". Eso es lo que hace la gente que sufre de depresión espiritual. Pero Pablo no lo hizo. Lo que lo conmovió fue la irresistible gracia que finalmente lo hizo entrar.<br />
Así fue como Pablo ingresó a la nueva vida con un celo tremendo, y aunque había sido el "último" de todos, en cierto sentido llegó a ser el primero.<br />
<br />
¿Qué es, entonces, lo que hemos aprendido? Tomemos la enseñanza del apóstol y observémosla a la luz de la parábola en el capítulo 20 de Mateo, pues ambas dicen lo mismo. Si somos cristianos, lo que importa, antes que nada, no es lo que hayamos sido sino lo que ahora somos. ¿Ridículo? A todas luces resulta obvio que no importa lo que hayamos sido sino lo que ahora somos.<br />
Claro, resulta obvio si lo expreso de esta manera, pero qué difícil resulta a veces verlo así cuando el diablo nos ataca. El apóstol dijo "ni siquiera merezco ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios", aunque más adelante añadió: "Por la gracia de Dios soy lo que soy". ¿Qué importa lo que yo haya sido? Mejor pongamos el énfasis en "Soy lo que soy", y dejemos de pensar en lo que fuimos. La esencia de la postura cristiana consiste en que tengamos presente lo que somos. Es verdad que el pasado queda allí, con todos sus pecados, pero repitámonos lo siguiente:<br />
<br />
"Sano, salvo, limpio, perdonado<br />
¿Quién podrá alabarlo como yo?"<br />
<br />
No importa cuál haya sido mi pasado, "yo soy lo que soy". Y lo que importa es lo que soy. ¿Y qué soy yo? Una persona que ha sido perdonada y reconciliada con Dios por medio de la sangre que su Hijo derramó en la cruz. Soy un hijo de Dios, he sido adoptado en la familia de Dios, soy coheredero con Cristo, y voy camino a la gloria. Lo que importa no es lo que fui, ni lo que haya sido.<br />
Por lo tanto, si el enemigo me ataca con estas argucias, haré lo mismo que el apóstol; me volveré a él y le diré: "Todo lo que dices es verdad; yo fui todo lo que dices. Pero ya no me interesa lo que fui sino lo que soy, y soy lo que soy por la gracia de Dios".<br />
<br />
Y llegamos a una segunda deducción, tan sencilla y evidente como la primera. Lo importante no es el momento de nuestra entrada al Reino sino el hecho de que ya estamos en el Reino. Eso es lo verdaderamente importante. ¿Qué caso tiene llorar por no haber entrado antes, y dejar que esta idea nos prive de lo que ya podríamos estar disfrutando? Es como quien va a una exposición muy novedosa y, al llegar, descubre que hay una larga fila para entrar. Ha llegado bastante tarde a la exposición, de modo que tiene que esperar largo tiempo y es casi el último en entrar. ¿Qué pensaríamos de tal hombre si, después de haber franqueado la entrada, simplemente se detuviera allí y dijera: "¡Qué vergüenza que no fui el primero en entrar! ¡Qué lástima que no llegué más temprano!". Seguramente nos reiríamos al escucharlo, y con mucha razón; pero notemos que tal vez nos estaríamos riendo de nosotros mismos, ya que es eso precisamente lo que estamos haciendo al nivel espiritual. "¿Cómo pude dejarlo para más tarde?".<br />
Amigos míos, ¡empecemos a solazarnos con los cuadros, contemplemos las esculturas, disfrutemos de los tesoros! ¿Qué importa la hora de entrada? ¡Ya estamos adentro, y la exposición está allí, ante nuestros ojos! Lo importante no es la hora a la que entramos. Leamos otra vez el capítulo 20 de Mateo: eran las cinco de la tarde y aquellos hombres habían sido los últimos en entrar a trabajar en la viña, pero entraron. Eso era lo importante. Se les había llamado, se les había contratado, y se les había dejado entrar. Y eso es lo que cuenta: no cuándo entramos, ni cómo entramos, sino el hecho de estar adentro.<br />
<br />
Podría seguir recalcando esto, pues a veces me veo obligado a repetirlo una y otra vez. Lo importante no es el modo o manera de nuestra conversión; lo importante es el hecho de que somos salvos. Pero hay gente que se sienta a cavilar cómo, cuándo y de qué manera llegaron a ser cristianos. Eso no importa en absoluto; lo que sí importa es que ya estamos adentro. Y si estamos adentro, alegrémonos de ello y olvidémonos de que alguna vez estuvimos afuera.<br />
<br />
Pero debemos llevar esto aún más lejos. Me permito sugerir que esta manifestación específica de depresión espiritual se debe al hecho de que hay personas preocupadas todavía por ellas mismas, y esto, de manera mórbida y pecaminosa. Acabo de decir que debemos ser brutales con esta condición. Y tengo que añadir que el verdadero problema con gente así es todavía su "ego". ¿Qué es lo que hacen? En sentido metafórico, se azotan y se hieren a sí mismas por haber llegado tan tarde y después de tanto tiempo, y siguen juzgándose y condenándose a sí mismas, en vez de dejarle ese juicio a Dios.<br />
Se muestran humildes y llenas de contrición, pero tal modestia es una burla, pues sólo están preocupadas por ellas mismas. Escuchemos lo que al respecto nos dice Pablo en 1 Corintios 4:1-4: "Que todos nos consideren servidores de Cristo, encargados de administrar los misterios de Dios. Ahora bien, a los que reciben un encargo se les exige que demuestren ser dignos de confianza. Por mi parte, muy poco me preocupa que me juzguen ustedes o cualquier tribunal humano; es más (y esto es una de las más grandes cosas que Pablo dijera alguna vez) ni siquiera me juzgo a mí mismo.<br />
Porque aunque la conciencia no me remuerde, no por eso quedo absuelto; el que me juzga es el Señor". Como cristianos, debemos reconocer que Dios es el Juez y dejar que sea él quien juzgue. Nosotros no tenemos derecho a desperdiciar su tiempo, ni nuestro tiempo y energías, conde¬nándonos a nosotros mismos. Olvidémonos de nosotros, pongámonos a trabajar, y dejémosle el juicio a él. Todo este problema se debe a la mórbida preocupación del ego por juzgarse a sí mismo. No sólo eso, sino que revela nuestra propensión a seguir pensando en términos de lo que podemos hacer. Esta clase de gente viene a vernos con aparente modestia, y dice: "Si tan sólo hubiera yo venido antes, imagínense todo lo que podría haber hecho". Esto, por una parte, parece del todo correcto, pero es por otra parte del todo erróneo y totalmente falso. Nuestro Señor pronunció la parábola acerca de los trabajadores de la viña precisamente para echar por tierra este argumento.<br />
<br />
Para concluir, me voy a permitir expresar lo anterior en forma positiva. Ya he dicho que parte del problema con personas así es que siguen mórbidamente preocupadas por ellas mismas; que, como cristianas, no han aprendido que deben negarse a sí mismas, tomar la cruz, y seguir a Cristo, poniendo en Sus manos su pasado, su presente y su futuro. ¡Sí, claro! Pero ¿por qué siguen mórbidamente preocupadas por sí mismas? La respuesta es que no están suficientemente ocupadas con él.<br />
El problema real y craso error de nuestra parte consiste en no conocerlo a él ni Sus caminos como debiéramos conocerlos. Si tan sólo dedicáramos más de nuestro tiempo a contemplarlo, pronto nos olvidaríamos de nosotros mismos. Ya he dicho antes que, una vez en la exposición, no debemos quedamos en la puerta lamentando el hecho de haber llegado tarde, sino más bien dedicarnos a admirar los tesoros. Voy a permitirme pasar este ejemplo al campo espiritual. Nosotros ya hemos entrado en la vida espiritual, así que dejemos de fijarnos en nosotros y comencemos a disfrutar de él. ¿Cuál es la diferencia entre un cristiano y alguien que no lo es? En la segunda Epístola a los Corintios, capítulo 3, Pablo nos dice que es la siguiente: el que no es cristiano mira a Cristo y a Dios con un velo sobre sus ojos; por lo tanto, no puede ver. En cuanto a lo que es un cristiano, nos da la siguiente descripción (v, 18):.. todos nosotros,... con el rostro descubierto (el velo ha sido quitado) reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más gloria". Éste es el cristiano: su tiempo lo dedica a mirar a Cristo, a contemplarlo.<br />
<br />
Tan extasiado está de verlo que se olvida de sí mismo. Si nosotros mostráramos más interés en Cristo, menos interesados estaríamos en nosotros mismos. Empecemos, pues, a mirarlo, a contemplarlo cara a cara, sin ningún velo. Aprendamos entonces que, en su Reino, lo que importa no es la antigüedad de servicio sino la actitud que se tenga hacia él, y el deseo de complacerlo. Volvamos nuevamente a la parábola. El Señor no toma en cuenta el servicio como lo hace otra gente.<br />
Lo que a él le interesa es el corazón. A nosotros nos interesa el tiempo, y todo lo cronometramos; contamos el tiempo que hemos empleado, y el trabajo que hemos hecho; lo mismo que en la parábola, decimos, como los primeros que llegaron, que todo lo hemos hecho nosotros, y nos jactamos del tiempo que hemos dedicado a la obra. Y si no nos contamos entre los que llegaron primero, nos preocupamos por no haber hecho esto o aquello, y porque perdimos todo ese tiempo. Pero a nuestro Señor no le interesa nuestro trabajo de este modo. Lo que a él le interesa es la moneda de la viuda: no la cantidad de dinero sino nuestro corazón. Y tenemos el mismo caso en la parábola del capítulo 20 de Mateo. Por la misma razón, el Señor decidió dar a la gente que había trabajado en la viña sólo una hora, la misma cantidad que dio a los que habían trabajado todo el día. Y el caso de Pablo es el mismo: "... por último,... se me apareció también a mí". Gracias a Dios, eso no cambia nada, porque su gracia se anticipa: "por la gracia de Dios §oy lo que soy". Al Señor no le interesa el tiempo sino la relación.<br />
<br />
Esto nos lleva al último principio. En el Reino de Dios, lo que importa es su gracia. En esto puede resumirse toda la parábola. Dios ve las cosas de manera diferente, y no a la manera del hombre; Dios no lleva una contabilidad como la nuestra; de principio a fin, todo es gracia. Los últimos trabajadores recibieron exactamente la misma paga que los primeros, y con ello el Señor imprime en nosotros su verdad: "Así que los últimos serán primeros, y los primeros, últimos" (Mt. 20:16). Debemos abandonar nuestra manera de pensar tan material, tan humana, tan carnal.<br />
<br />
En el Reino de Dios y de Cristo todo se ve desde la perspectiva de la gracia, y sólo de la gracia. Todos los otros reglamentos quedan sujetos a este parámetro. Lo que cuenta es su gracia: "por la gracia de Dios soy lo que soy". Dejemos, pues, de pensar en lo que no hemos hecho y en los años que hemos perdido, y tengamos presente que en su reino es su gracia lo que importa. Los últimos en llegar pueden un día encontrarse con que, para su propio asombro, son los primeros; y, como ios que estaban a la derecha del Señor en la parábola al final de Mateo 25, preguntarán: "¿Cuándo hicimos esto? ¿Cuándo hicimos aquello?". Pero el Señor lo sabe y lo ve, y su gracia es suficiente.<br />
<br />
Quiero terminar con una exhortación del Antiguo Testamento: "Por la mañana siembra tu semilla, y a la tarde no dejes reposar tu mano; porque no sabes cuál es lo mejor, si esto o aquello, o si lo uno y lo otro es igualmente bueno" (Ec. 11:6). Me pregunto si acaso alguno de mis lectores ha pasado su vida fuera de Cristo, en el pecado y en el mundo; me pregunto si acaso ha entrado en el Reino a una edad avanzada, y ha sido tentado a la manera que he estado describiendo.<br />
Si es así, quiero decirle lo siguiente: "En la tarde de su vida, en el crepúsculo de su existencia, no se dé reposo en este maravilloso Reino de la gracia. Éste es un reino sobrenatural, y en el Día del Juicio puede usted encontrarse con que su recompensa es mayor que la de quienes fueron salvados en su juventud". ¡Qué Evangelio tan glorioso! En nuestros días se habla mucho de juventud, ¡juventud! Pero en el reino de Dios la cuestión de la edad no tiene mayor importancia, y el énfasis que en ella ponemos no cuenta con base bíblica. "Por la mañana siembra tu semilla", sí, pero con la misma fuerza yo diría: "y a la tarde no dejes reposar tu mano".<br />
<br />
<br />
Después de esto, querido lector, recuerda las palabras que tal vez sean las más reconfortantes y maravillosas que hallamos en las Escrituras. Fueron comunicadas al profeta Joel cuando recibió esa gran visión y entendimiento de la venida del Cristo que habría de venir. Esto fue lo que se le ordenó proclamar: "Y os restituieré los años que comió la oruga" (Jl. 2:25). Dios ha prometido hacerlo, y Dios puede cumplirlo. De esos años perdidos, de esos años estériles, de esos años que se devoraron las langostas hasta aparentemente no dejar nada, Dios dice: "Y os restituieré los años que comió la oruga". Si pensamos en ellos en términos de lo que podríamos hacer con nuestra fuerza y poder, entonces el tiempo forma parte esencial del contrato. Pero estamos en un campo donde el tiempo no cuenta.<br />
<br />
El Señor viene y puede damos, en un año, una cosecha equivalente a una de diez. "Y os restituieré los años que comió la oruga".<br />
<br />
Tal es el carácter de nuestro Señor, de nuestro Salvador, de nuestro Dios. Por lo tanto, quiero decir a la luz de esto: Jamás volvamos la mirada; jamás desperdiciemos nuestro tiempo presente; jamás desperdiciemos nuestra energía.<br />
<br />
Olvidemos el pasado y regocijémonos en el hecho de ser lo que por la gracia de Dios somos; regocijémonos de que, en la alquimia divina de su maravillosa gracia, podemos todavía tener la más grande sorpresa de nuestra vida y experiencia; podemos encontrarnos con que, aun en nuestro caso, resultará que los últimos serán los primeros.<br />
<br />
Alabemos a Dios por ser lo que somos, y por el hecho de estar en el Reino.<div class="blogger-post-footer">Publicado por César Darío Sánchez en viveypermanece.blogspot.com.ar. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.</div>Unknownnoreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-2063440187448437570.post-78467195313647219942015-10-02T00:21:00.000-03:002015-10-02T00:33:50.851-03:00El temor del hombre<br />
<span style="color: #141823; font-family: helvetica, arial, sans-serif;"><span style="font-size: 14px; line-height: 19.32px;">Por J. C Ryle</span></span><br />
<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<span style="color: #141823; font-family: helvetica, arial, sans-serif;"><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhsqXDI_cjIRxtTs5l2W9krXpfn5nu7WNht7gbxu-09rSoP0fFRkvuyrQjFCLaRxW1hN8r7U6TBsRKCVM1kVZ9_9pKiG-vmWYkw5q8Pi2698kcgLP0ajQ5Bgs6aRoifL7kE7x1ADicMkB8V/s1600/miedo1.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" height="240" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhsqXDI_cjIRxtTs5l2W9krXpfn5nu7WNht7gbxu-09rSoP0fFRkvuyrQjFCLaRxW1hN8r7U6TBsRKCVM1kVZ9_9pKiG-vmWYkw5q8Pi2698kcgLP0ajQ5Bgs6aRoifL7kE7x1ADicMkB8V/s320/miedo1.jpg" width="320" /></a></span></div>
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<span style="color: #141823; font-family: helvetica, arial, sans-serif;"><span style="font-size: 14px; line-height: 19.32px;"><br /></span></span>
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<span style="font-family: helvetica, arial, sans-serif;"><span style="font-size: 14px; line-height: 19.32px;"><i><span style="color: #274e13;"><b>“El temor del hombre” -verdaderamente- “pondrá lazo”</b></span></i><span style="color: #141823;"> Proverbios 29:25. </span></span></span><br />
<span style="color: #141823; font-family: helvetica, arial, sans-serif;"><span style="font-size: 14px; line-height: 19.32px;"><br /></span></span>
<span style="color: #141823; font-family: helvetica, arial, sans-serif;"><span style="font-size: 14px; line-height: 19.32px;">Es terrible observar el poder que tiene sobre la mayoría de las mentes, y especialmente sobre las mentes de los jóvenes. Muy pocos parecen tener su propia opinión, o pensar por sí mismos. Como pescados muertos son arrastrados por la corriente. Lo que los demás piensan que es bueno, ellos también piensan que lo es; y lo que los demás llaman malo, ellos también llaman malo. Hay muy pocos pensadores originales en el mundo. La mayoría de los hombres son como ovejas: siguen al líder. Si fuera la moda del día ser romanista, serían romanistas, si lo fuera ser mahometano, serían mahometanos. Temen mucho la idea de ir en contra de la corriente del día. En una palabra, la opinión del día se convierte en su religión, su creencia, su Biblia y su Dios.</span></span><br />
<span style="color: #141823; font-family: helvetica, arial, sans-serif;"><span style="font-size: 14px; line-height: 19.32px;">El solo pensar “¿qué dirán o que pensarán mis amigos de mí?” destruye muchas buenas intenciones.</span></span><br />
<span style="color: #141823; font-family: helvetica, arial, sans-serif;"><span style="font-size: 14px; line-height: 19.32px;"><br /></span></span>
<span style="color: #141823; font-family: helvetica, arial, sans-serif;"><span style="font-size: 14px; line-height: 19.32px;"><br /></span></span>
<span style="color: #141823; font-family: helvetica, arial, sans-serif;"><span style="font-size: 14px; line-height: 19.32px;"><br /></span></span>
<span style="color: #141823; font-family: helvetica, arial, sans-serif;"><span style="font-size: 14px; line-height: 19.32px;">El temor de ser observado, ridiculizado y de ser objeto de las burlas, impide la formación de muchos buenos hábitos. Hay muchas Biblias que pudieran ser leídas este mismo día si sus dueños se atrevieran. Saben que deberían leerlas, pero tienen miedo: “¿Qué dirá la gente?” Hay rodillas que se doblarían en oración esta misma noche, pero el temor a los demás se lo impide: “¿Que diría mi esposa, mi hermano, mi amigo, mi compañero, si me viera orando?” ¡Ay, qué esclavitud tan miserable es ésta, y no obstante, tan común! “Porque temí al pueblo,” dijo Saúl a Samuel cuando quebrantó el mandamiento del Señor (1 Samuel 15:24). “Tengo temor de los judíos” dijo Sedequías, el rey rebelde de Judá; y por su temor, desobedeció el consejo que Jeremías le dio (Jeremías 38:19). Herodes tuvo miedo de lo que pensarían sus invitados, así que hizo lo que lo hizo “excesivamente triste”: decapitó a Juan el Bautista. Pilato temió ofender a los judíos, así que hizo lo que su conciencia le decía que era injusto: entregó a Jesús para ser crucificado. ¿Si esto no es esclavitud, entonces qué es?</span></span><br />
<span style="color: #141823; font-family: helvetica, arial, sans-serif;"><span style="font-size: 14px; line-height: 19.32px;">Joven, quiero que todos los jóvenes estén libres de esta esclavitud. Quiero que a ninguno de ustedes les importe la opinión ajena cuando el camino del deber es claro. Créeme, es grandioso poder decir: “¡No!” Este era el punto débil del buen rey Josafat, cedió fácilmente en sus tratos con el rey Acab, y, por ello, se acarreó muchos problemas (1 Reyes 22:4). Aprende a decir “No”. No dejes que el temor de no parecer simpático te impida hacer lo que debes. Cuando los pecadores te insisten, di decisivamente: “Yo no consentiré” (Proverbios 1:10).</span></span><br />
<span class="text_exposed_show" style="background-color: white; color: #141823; display: inline; font-family: helvetica, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.3199996948242px;"></span>
<span class="text_exposed_show" style="background-color: white; color: #141823; display: inline; font-family: helvetica, arial, sans-serif; font-size: 14px; line-height: 19.3199996948242px;"><br /></span><div class="blogger-post-footer">Publicado por César Darío Sánchez en viveypermanece.blogspot.com.ar. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.</div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2063440187448437570.post-4970424604264838732015-02-23T21:18:00.000-03:002015-02-23T21:18:10.666-03:00El evangelio es un mensaje sobre el arrepentimiento<br />
Por Sugel Michelén<br />
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<div class="separator" style="clear: both; text-align: center;">
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-DUlXEzGMfQSUuLYTwI4SKtVYk-F5hW-sha9EiTZ107xeyCiF_c2omCxgH7Gua1cZcJuZL54aYghJuS-2_NHShRL7AZN74_Md0fjJXFdvCGCBcMsoW3DDICL90pZod0tnz9GIA3RGdRVV/s1600/people+_21_.JPG" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-DUlXEzGMfQSUuLYTwI4SKtVYk-F5hW-sha9EiTZ107xeyCiF_c2omCxgH7Gua1cZcJuZL54aYghJuS-2_NHShRL7AZN74_Md0fjJXFdvCGCBcMsoW3DDICL90pZod0tnz9GIA3RGdRVV/s1600/people+_21_.JPG" height="258" width="320" /></a></div>
¿Cuáles son los medios que Dios ha provisto para que los pecadores obtengan los beneficios de la obra redentora de Cristo? La Biblia señala únicamente dos: arrepentimiento y fe.<br />
<br />
<i><span style="color: #274e13;"><b>" Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio." </b></span></i>Marcos 1:14-15<br />
<br />
La fe y el arrepentimiento no son iguales; pero la fe nunca viene divorciada del arrepentimiento, así como el arrepentimiento nunca viene divorciado de la fe. Y lo que Dios ha unido con un vínculo indisoluble, el hombre no puede separarlo. Dondequiera que hay verdadero arrepentimiento, allí encontraremos también la fe; y dondequiera que haya fe genuina, también habrá arrepentimiento.<br />
<br />
La fe sin arrepentimiento no pasa de ser una fe muerta; el arrepentimiento sin fe no pasa de ser remordimiento (como el que sintió Judas antes de ahorcarse). Debemos proclamar a los hombres el arrepentimiento y el perdón de pecados en el nombre de Cristo. El hombre necesita reconciliarse con Dios, recibir Su perdón, pero ese perdón está conectado con el arrepentimiento (comp. Lc. 13:1-5).<br />
<br />
Ahora bien, ¿qué significa arrepentirse?<br />
<br />
La palabra “arrepentimiento” viene del latín y significa “pensar otra vez”; mientras que la palabra griega que se usa en el NT significa “cambio de mente”. Noten que ambas palabras se relacionan con nuestro proceso de pensamiento. Arrepentirse es cambiar drásticamente de mentalidad.<br />
<br />
Dios dice al pecador a través del profeta Isaías: “Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar” (Is. 55:7).<br />
<br />
El llamado de Dios al hombre no es a dejar de pensar, sino a dejar sus pensamientos y a pensar como Dios piensa; ver las cosas como Dios las ve, a juzgarla como Dios las juzga; eso es arrepentirse.<br />
<br />
Supongamos que una persona se dirige hacia Santiago por la carretera que va hacia Samaná. Pero en el camino se encuentra con alguien que le hace ver su error, que va por un camino equivocado, ¿qué esperaríamos que haga esa persona ahora que tiene una información correcta? Esperaríamos que dé media vuelta y se disponga a tomar por el camino que lo lleve al lugar donde desea ir.<br />
<br />
De igual manera, lo primero que el pecador necesita es la convicción de que va caminando por un camino equivocado que lo ha de llevar a una condenación eterna.<br />
<br />
Y luego que el pecador ha adquirido y aceptado esa información como buena válida, ahora entran en juego su voluntad y sus emociones. Él decide caminar por otro camino, a la vez que aborrece el camino anterior y se entristece de haber estado en el error por tanto tiempo.<br />
<br />
Quizá la manera más sencilla como podemos entender este concepto es contemplándolo a la luz de la parábola del hijo pródigo, en Lc. 15. Este joven que se había comportado con tal insensatez en el pasado repentinamente comenzó a aborrecer ese estilo de vida que una vez consideró tan atractivo.<br />
<br />
Y en completa humillación se dirigió a su padre sabiendo que no tenía nada que demandar. Él no era digno, ni siquiera de trabajar en la finca como un simple criado. El arrepentimiento viene ligado a un profundo sentido de indignidad y de necesidad. Pero al mismo tiempo está estrechamente ligado a una seria determinación de divorciarse de la vida en pecado.<br />
<br />
Alguien ha dicho que el arrepentimiento es un divorcio del alma del pecado. El alma toma la resolución de divorciarse del pecado. Es la reacción del individuo que vuelve en sí y por primera vez considera su pecado como la fuente de todas sus desgracias, como algo de lo que debe huir como quien huye de una plaga.<br />
<br />
Eso es arrepentimiento. Y sin ese arrepentimiento nadie puede disfrutar de la salvación que Dios ha provisto en Cristo. Dos veces repite el Señor en Lc. 13:1-5: “Si no os arrepentís… pereceréis”. . El hijo pródigo no pidió perdón a su padre mientras continuaba aún viviendo perdidamente.<br />
<br />
Él se levantó y fue a su padre; él había tomado la decisión de cortar con ese estilo de vida que hasta ahora había seguido, y entonces pidió perdón. Nadie encontrará perdón para su alma mientras continúe casado con su pecado.<br />
<br />
Ahora, es importante aclarar que el arrepentimiento no se trata de un intento de parte del pecador de ordenar su vida para que entonces Cristo pueda aceptarnos. Si el pecador pudiese ordenar su vida sin Cristo, entonces ya no necesita a Cristo. Cristo vino a salvar a su pueblo de sus pecados, porque su pueblo no podía salvarse a sí mismo.<br />
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Estamos hablando más bien de una persona que reconoce su pecaminosidad, y al mismo tiempo su incapacidad de escapar de semejante condición; de una persona que habiendo comprendido la maldad de su pecado y las terribles consecuencias que ese pecado le acarrea ahora y en la eternidad, acude a Cristo con la disposición de obedecerle a Él.<br />
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El pecador arrepentido no es aquel que dice: “Voy a reformarme primero, y luego iré a Dios”; no. Es más bien el hombre que reconoce que no puede seguir luchando con la maldad de su corazón, y habiendo pedido perdón, pide también a Dios que le conceda la fuerza que necesita para ser librado de la esclavitud de su propia corrupción.<br />
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Pero no podemos quedarnos en el arrepentimiento. No se trata simplemente de dejar el mundo atrás, sino de abrazar a Cristo, y descansar en Él tal cual es ofrecido en el evangelio. Y es a eso que la Biblia llama fe (comp. Jn. 1:12). Pero eso lo veremos más adelante, si el Señor lo permite.<br />
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<span style="font-size: x-small;">Publicado por Sugel Michelen en www.todopensamientocautivo.com</span></div>
<div class="blogger-post-footer">Publicado por César Darío Sánchez en viveypermanece.blogspot.com.ar. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.</div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2063440187448437570.post-18078492180825010722014-12-12T21:40:00.003-03:002014-12-12T21:40:47.487-03:00 Acerca del orgullo espiritualPor Jonathan Edwards<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj5bDXYE1UgsFOKKYllyloYGM8ZJtjkNApqIuWVuVNav5cbacAQn0y73GXISYsuVEiXfR3gZwVPHGMKASnAO7kEpVnrqrv2NOrAirL8gJWyaVC62545dNaniJhA6FUFWGRFqzxQm92pnnAy/s1600/orgullo.jpg" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj5bDXYE1UgsFOKKYllyloYGM8ZJtjkNApqIuWVuVNav5cbacAQn0y73GXISYsuVEiXfR3gZwVPHGMKASnAO7kEpVnrqrv2NOrAirL8gJWyaVC62545dNaniJhA6FUFWGRFqzxQm92pnnAy/s1600/orgullo.jpg" height="320" width="257" /></a></div>
La primera y la peor causa de error que prevalece en nuestros días es el orgullo espiritual. Esta es la puerta principal por la que el diablo viene a los corazones de aquellos que son celosos por el avance de Cristo. Es la principal entrada del humo del pozo sin fondo para oscurecer la mente y engañar el juicio, y el asa principal por el cual Satanás se apodera de los cristianos para obstaculizar la obra de Dios. Hasta que esta enfermedad se cura, los medicamentos se aplican en vano para sanar todas las demás enfermedades.<br />
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El orgullo es mucho más difícil de discernir que cualquier otra corrupción, porque, por naturaleza, el orgullo es una persona que tiene un pensamiento demasiado alto de sí mismo. No es de extrañar, entonces, que una persona que tiene una idea demasiada alta de sí mismo no es consciente de ello. Él piensa que la opinión que tiene de sí mismo tiene justa causa y por lo tanto no es demasiado alta. Como resultado, no hay ninguna otra cuestión en la que el corazón es más engañoso e inescrutable. La naturaleza misma de es trabajar la autoestima y alejar cualquier sospecha de mal respecto a sí mismo.<br />
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El orgullo tiene muchas formas y maneras y abarca el corazón como las capas de una cebolla, cuando usted salga de una capa, hay otra debajo. Por lo tanto, tenemos que tener la mayor vigilancia imaginable sobre nuestros corazones con respecto a este asunto y clamar con todo fervor al gran escudriñador de corazones por su ayuda. El que confía en su propio corazón es un necio.<br />
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Dado que el orgullo espiritual en su propia naturaleza es secreto, no puede ser bien discernido por la intuición inmediata de la cosa misma. Es mejor identificado por sus frutos y efectos, algunos de los cuales voy a mencionar, junto con los frutos contrarios de la humildad cristiana.<br />
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La persona espiritualmente orgullosa está llena de luz y ya siente que no necesita instrucción, por lo que está dispuesto a despreciar la oferta de ella. Por otro lado, la persona humilde es como un niño pequeño que fácilmente recibe instrucción. Él es cauteloso en su estimación de sí mismo, sensible de cuan él es responsable de ir por el mal camino. Si se le sugiere que él va por el mal camino, él está más dispuesto a investigar el asunto.<br />
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Las personas orgullosas tienden a hablar de los pecados de otros, el engaño miserable de hipócritas, la falta de vida de algunos santos con amargura, o la oposición a la santidad de muchos creyentes. La humildad cristiana pura, sin embargo, no dice nada acerca de los pecados de los demás, o habla de ellos con dolor y pena. La persona espiritualmente orgullosa critica a otros santos por su falta de progreso en la gracia, mientras que el humilde cristiano ve tanta maldad en su corazón, y está tan preocupado por ella, que no es apto para estar muy ocupado con otros corazones. Se queja de la mayor parte de sí mismo y de su propia frialdad espiritual y espera fácilmente que casi todo el mundo tenga más amor y gratitud a Dios que él.<br />
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La gente espiritualmente orgullosa hablan de casi todo lo que ven en otros, en el lenguaje más duro, más grave. Por lo general, su crítica se dirige no sólo contra los malvados, sino también hacia los verdaderos hijos de Dios y los que son sus superiores. El humilde, sin embargo, incluso cuando tienen extraordinarios descubrimientos de la gloria de Dios, se sienten abrumados por su propia vileza y la maldad. Sus exhortaciones a los hermanos cristianos se dan de una manera amorosa y humilde, y tratan a los demás con la misma humildad y mansedumbre, como Cristo, quien es infinitamente por encima de ellos, los trata.<br />
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El orgullo espiritual a menudo dispone a las personas a actuar diferente en apariencia externa, para asumir una forma diferente de habla, semblante, o comportamiento. Sin embargo, el cristiano humilde, a pesar de que será firme en su deber, va por el camino del cielo solo, incluso si todo el mundo lo abandona; sin embargo, no se deleita en ser diferente por causa de diferencia. No intenta erigirse para ser visto y observado como una distinguido, sino por el contrario, está dispuesto a ser todas las cosas a todos los hombres, para dar a los demás, para cumplir con ellos, y complacerlos a ellos en todo menos en el pecado .<br />
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Las personas orgullosas prestan gran atención a la oposición, y ofensas, y son propensos a hablar a menudo sobre ellos con un aire de amargura y desprecio. La humildad cristiana, por el contrario, dispone a que una persona sea más parecida a su bendito Señor, que cuando vilipendiado no abrió su boca, pero encomendaba en silencio la causa al que juzga justamente. Para el cristiano humilde, cuanto más clamoroso y furioso el mundo está contra él, más silencioso y aún será.<br />
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Otro patrón de personas espiritualmente orgullosas es comportarse en cierta manera que sea en centro de atención de los demás. Es natural que una persona bajo la influencia de orgullo tome todo el respeto que se le debe. Si otros muestran una disposición a someterse a él y ceder en diferencia a él, él está abierto a ello y libremente lo recibe. De hecho, ellos llegan a esperar dicho trato y forman una opinión mala de aquellos que no le dan aquello que ellos piensan que merecen.<br />
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<span style="font-size: x-small;">Tomado de las Obras de Jonathan Edwards ( Banner of Truth) www.banneroftruth.org</span></div>
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<div class="blogger-post-footer">Publicado por César Darío Sánchez en viveypermanece.blogspot.com.ar. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.</div>Unknownnoreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-2063440187448437570.post-5818385448143727392014-10-20T14:24:00.002-03:002014-10-20T14:24:25.492-03:00¿Ha nacido usted de nuevo?por J. C. Ryle<br />
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<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjIwF6yZZbILxXn-rANT9kH3RfDLcnTHuD85oux7DjeRWWbA5e7i0nZ8E6_DTOJNCnRICwMELIiYWSWpjIvYQUS7XoB9DI8zA7ThW97fOcj1f6y3VKBqpYnPRNcOHMvCr1tgD14v2b9_88N/s1600/nacer.png" imageanchor="1" style="clear: left; float: left; margin-bottom: 1em; margin-right: 1em;"><img border="0" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjIwF6yZZbILxXn-rANT9kH3RfDLcnTHuD85oux7DjeRWWbA5e7i0nZ8E6_DTOJNCnRICwMELIiYWSWpjIvYQUS7XoB9DI8zA7ThW97fOcj1f6y3VKBqpYnPRNcOHMvCr1tgD14v2b9_88N/s1600/nacer.png" height="240" width="320" /></a></div>
Jesucristo dijo:<br />
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<span style="color: #274e13;"><i><b>“El que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” </b></i></span>(Juan 3:3)<br />
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Esta es una de las cuestiones más importantes en la vida de todo ser humano.<br />
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No es suficiente responder <i>“Soy miembro de una iglesia; supongo que soy cristiano”</i>. Miles de cristianos nominales no muestran señal alguna de haber nacido de nuevo, las cuales se mencionan en las Sagradas Escrituras, principalmente en la Primera Epístola de Juan.<br />
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<b>No practica el pecado </b><br />
En primer lugar, el apóstol Juan escribió: <i>“Todo aquel que es nacido de Dios no comete pecado”</i> (1 Juan 3:9). <i>“Todo aquel que ha nacido de Dios no practica el pecado”</i> (5:18).<br />
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Aquella persona que ha nacido de nuevo, que ha sido regenerada, habitualmente no comete pecado. No exhibe una inclinación total hacia el pecado. Probablemente hubo algún tiempo en que dicha persona no se detenía a pensar si sus acciones eran pecaminosas o no, y no siempre sentía aflicción tras hacer el mal. No había una lucha entre él y el pecado; ambos eran amigos. Pero un verdadero cristiano odia el pecado, huye de el, lucha en su contra, lo considera su mayor calamidad, resiente la carga de su presencia, sufre cuando cae bajo su influencia, y anhela liberarse completamente de el. El pecado ya no le place; se ha convertido en algo horrible y que odia. Sin embargo, no puede eliminar su presencia dentro de el.<br />
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Si dijese que en él no hay pecado estaría mintiendo (1 Juan 1:8). Pero sí puede decir que odia el pecado y que el mayor deseo de su alma es no cometer pecado en absoluto. No puede evitar tener malos pensamientos, omisiones y defectos tanto en sus palabras como en sus acciones. El sabe que <i>“en muchas cosas ofendemos” </i>(Santiago 3:2). Pero puede decir con certeza, delante de Dios, que estas cosas le ocasionan dolor y pena, y que su ser no se complace en ellas. Que diría el apóstol de usted? Ha nacido usted de nuevo?<br />
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<b>Cree en Cristo </b><br />
En segundo lugar, San Juan escribió:<br />
<i><span style="color: #274e13;"><br /></span></i>
<i><span style="color: #274e13;"><b>“Todo aquel que cree que Jesús es el Cristo, es nacido de Dios”</b></span></i> (1 Juan 5:1).<br />
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Un hombre que ha nacido de nuevo, que ha sido convertido, cree que Jesucristo es el único Salvador que puede perdonar su alma, que El es la persona divina designada por Dios Padre para dicho propósito, y que fuera de El no hay salvación alguna. En sí mismo no encuentra valor alguno. Pero tiene confianza plena en Cristo, en que todos sus pecados le han sido perdonados. Puesto que ha aceptado la obra completa y muerte de Cristo en la cruz, el cree que es considerado justo delante de Dios, y puede esperar la muerte y el juicio final sin miedo.<br />
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Podrá tener temores y dudas. Inclusive decir que a veces siente como si no tuviera fe en absoluto. Pero pregúntele si está dispuesto a confiar en cualquier cosa o persona en vez de Cristo, y verá lo que le responderá. Pregúntele si depositaría su esperanza de vida eterna en su propia bondad, sus propias obras, sus oraciones, su guía espiritual, o su iglesia, y escuche su respuesta. Que diría el apóstol de usted? Ha nacido usted de nuevo?<br />
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<b>Hace justicia</b><br />
En tercer lugar, Juan escribió:<br />
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<span style="color: #274e13;"><b>“Todo el que hace justicia es nacido de El”</b></span> (1 Juan 2:29).<br />
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El hombre que ha nacido de nuevo, o se ha regenerado, es un hombre santo. El busca vivir acorde a la voluntad de Dios, hacer las cosas que agradan a Dios y evitar aquellas que Dios aborrece. El desea mirar continuamente a Cristo como ejemplo a seguir y como su Salvador, y demostrar ser su amigo guardando sus mandamientos. El sabe que no es perfecto. Es consciente de su corrupción inherente. Percibe un principio de maldad dentro de si mismo que lucha constantemente por separarle de la gracia de Dios. Pero el no lo consiente, aunque no puede prevenir su presencia.<br />
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Aunque a veces puede sentirse tan despreciable al punto de cuestionarse si en verdad es cristiano o no, aun así será capaz de decir, como John Newton, <i>“no soy lo que debería ser, no soy lo que quiero ser, no soy lo que espero ser en otro mundo; pero aun así no soy lo que fui alguna vez, y por gracia de Dios soy lo que soy”</i>. Que diría el apóstol de usted? Ha nacido usted de nuevo?<br />
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<b>Ama a otros cristianos</b><br />
En cuarto lugar, Juan escribió:<br />
<i><span style="color: #274e13;"><br /></span></i>
<i><span style="color: #274e13;"><b>“Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida en que amamos a los hermanos”</b> </span></i>(1 Juan 3:14).<br />
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Un hombre que ha nacido de nuevo tiene un amor especial por todos los discípulos verdaderos de Cristo. Ama a todos los seres humanos con gran amor general, pero tiene un amor especial por quienes comparten su fe en Cristo. Al igual que su Señor y Salvador, el ama a los peores pecadores y se aflige por ellos; pero el siente un amor peculiar por aquellos que son creyentes. Nunca se siente tanto en casa como cuando se encuentra en su compañía.<br />
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El los considera a todos como miembros de una misma familia. Son sus compañeros de batalla, luchando contra el mismo enemigo. Son sus compañeros de viaje, marchando a lo largo del mismo camino. El los comprende, y ellos lo comprenden. Podrían ser muy diferentes a el en muchos sentidos - en rango, en riqueza. Pero eso no importa. Ellos son hijos e hijas de su Padre y el no puede evitar amarlos. Que diría el apóstol de usted? Ha nacido usted de nuevo?<br />
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<b>Vence al mundo </b><br />
En quinto lugar, Juan escribió:<i><span style="color: #274e13;"> </span></i><br />
<i><span style="color: #274e13;"><br /></span></i>
<i><span style="color: #274e13;"><b>“Todo lo que es nacido de Dios vence al mundo”</b></span></i> (1 Juan 5:4).<br />
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Un hombre que ha nacido de nuevo es cuidadoso de su propia alma. No solo intenta evitar el pecado sino también todo aquello que pueda conducirle a el. Es cuidadoso respecto a quienes le acompañan. El sabe que la comunicación perversa corrompe el corazón y que la maldad atrae más que la bondad, así como la enfermedad es más contagiosa que la salud. Es cuidadoso sobre el empleo de su tiempo; su principal deseo es usarlo en forma provechosa.<br />
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El desea vivir como un soldado en país enemigo - portando su armadura en forma continua y siempre preparado para las tentaciones. Es diligente siendo un hombre de oración, vigilante y humilde. Que diría el apóstol de usted? Ha nacido usted de nuevo?<br />
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<b>La Prueba </b><br />
Estas son las cinco características principales de un cristiano que ha nacido de nuevo.<br />
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La notoriedad de las mismas es muy variable entre diferentes personas. En algunas apenas son perceptibles. En otras son muy marcadas, inequívocas, de tal manera que todos pueden percatarse de ellas. Algunas de estas características sobresalen más que otras en diferentes individuos. Es raro que sean igualmente evidentes en cualquier persona.<br />
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Pero aun después de tomar en cuenta posibles diferencias, tenemos aquí cinco aspectos que marcan a un sujeto que ha nacido de Dios.<br />
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Como debemos reaccionar ante estas cuestiones? Lógicamente solo podemos concluir una cosa - sólo aquellos que han nacido de nuevo muestran estas cinco características, y quienes no las tienen no han nacido de nuevo. Esta es la conclusión a la cual el apóstol nos quiere hacer llegar. Posee usted estas características? Ha nacido usted de nuevo?.<br />
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