Ha habido ocasiones cuando las personas han venido a mí como su pastor y me han preguntado acerca del ‘diezmo’, el dar una décima parte de su ingreso anual. Ellos observan que en el Antiguo Testamento hay mandamientos muy claros con respecto a que los creyentes deben dar un 10 por ciento. Pero en el Nuevo Testamento los requisitos específicos y cuantitativos son menos prominentes.
A menudo me preguntan: ‘¿Realmente no crees que ahora, en el Nuevo Testamento, se exige de manera absoluta a los creyentes dar un diez por ciento? ¿Verdad que no?’ Lo niego con la cabeza y ellos dan un suspiro de alivio. Pero prontamente añado: ‘Te diré la razón por la que no ves el requisito del diezmo claramente delineado en el Nuevo Testamento. Piensa. ¿Has recibido más de la revelación, verdad y gracia de Dios que los creyentes del Antiguo Testamento o menos?’ Usualmente hay un silencio de incomodidad. ‘¿Somos más “deudores de la gracia” que lo que fueron ellos o menos? ¿“Diezmó” Jesús su vida y su sangre para salvarnos o lo dio todo?’
El diezmo es un estándar mínimo para los creyentes cristianos. Realmente no quisiéramos encontrarnos en una posición en la que demos menos de nuestros ingresos que lo que hicieron aquellos que tuvieron un entendimiento menor de lo que Dios hizo para salvarles.
(Tim Keller; Counterfeit Gods, pg. 62; extraído de Citas Edificantes).