Cómo reconocer a un falso seguidor de Cristo

Posiblemente el título de este post resulte un tanto negativo para algunos. Podría haberlo titulado "Cómo reconocer a un verdadero seguidor de Cristo", lo cual habría sido igual de válido puesto que cuando reconocemos a un verdadero seguidor de Cristo al mismo tiempo estamos develando al falso. Aquel quien dice ser pero en realidad no lo es, consciente o inconscientemente. 

A lo largo de este escrito descubrirán por sí solos el por qué  del título y por qué ambos estarían correctos. 

Para comenzar a desarrollar el tema, tengo que recalcar que cuando digo: "cómo reconocer a un falso seguidor de Cristo", no voy a evaluarlo con mis opiniones (que pueden variar de persona en persona), ni por medio de conjeturas.  El cristianismo tiene bases sólidas que nos permiten evaluar esto, no con mis opiniones, sino con la inerrante y sólida Palabra de Dios. La Biblia nos da una clara evidencia de quien es realmente un seguidor de Cristo y quien no.
Para esto usaremos 1 Juan.

¿Por qué 1 Juan?

1 Juan ha sido criticada por muchos como una epístola demasiado simple, poco profunda y repetitiva, pero nada más alejado de la realidad. 

El hecho de que use repeticiones se debe al método de enseñanza que usa el apóstol, y el que los razonamientos resulten simples no significa que sean superficiales, como veremos a continuación. 

Aclarado esto, veamos por qué usar 1 Juan.  

Debido al contexto y propósito por la cual fue escrita dicha epístola.

Juan escribe esta epístola con la intención de combatir o prevenir una herejía que se estaba gestando y que luego, después de un par de siglos, se daría a conocer como "gnosticismo". 

Esta herejía fue la que más amenazó con destruir el verdadero cristianismo durante los primeros tres siglos, y por poco lo logra. El apóstol Juan escribe en el año 90 dC, cuando esta ideología se estaba gestando. 

Falsos maestros se habían levantado en la iglesia pervirtiendo la doctrina apostólica, por lo que Juan  recalca firmemente los fundamentos de esta fe. De tal forma que estos fundamentos serían un arma y escudo para la iglesia ante el error y quienes lo propagaban. 

Esta herejía enseñaba que lo material era esencialmente malo y lo espiritual era bueno. Por lo que algunos enseñaban que Jesús no tenía un cuerpo (material) real, sino que era una especie de fantasma. Esto, con la "buena intención" de salvaguardar la integridad de Jesús. Si el cuerpo es malo- razonaban- entonces Jesús no puede haber tenido un cuerpo pecaminoso. A lo que Juan refuta en los primeros versículos de su epístola diciendo:

"Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (porque la vida fue manifestada, y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó);  lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros; y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo" 

Un personaje llamado Cerinto incluso llegó a decir que el "espiritu" de Jesús bajó del cielo en su bautismo, pero cuando llegó el momento de sufrir los dolores en la cruz, este le abandonó. 

Estas ideas, lejos de ser inocentes , lo que hacían era sacudir el mismo cimiento de la fe cristiana, como por ejemplo la humanidad del Salvador y su sacrificio expiatorio. 

Como consecuencias de estas doctrinas, algunos enseñaban a ser ascéticos con el cuerpo, maltratándolo. Otros en cambio, puesto que el cuerpo era malo y el espíritu bueno, se entregaban al libertinaje y deprabación porque, según ellos, lo que se hiciera con el cuerpo no afectaría lo espiritual. Negaban así la realidad del pecado. 

Como podemos ver, esta herejía era sumamente peligrosa.

Juan escribe: 

1:8  Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en   nosotros. 

1:9  Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. 

1:10  Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.  

De esta manera, como hemos visto, Juan advierte a sus lectores volviendo a los fundamentos de la enseñanza apostólica, a los fundamentos de nuestra fe. No solo con la intención  de refutar tales enseñanzas sino como un medio para determinar quien enseñaba la verdad y quien no. Además de que los creyentes se evaluaran a sí mismos a la luz de la Verdad.

En 1 Juan vemos tres temas bien remarcados: sana doctrina, obediencia y amor.  Juan lo presenta como el carácter absoluto del cristianismo, lo cual sirve como prueba y sello de autenticación de todo aquel que  dice ser cristiano.

Un verdadero seguidor de Cristo tiene una fe sana, basado en la Palabra de Dios. Su vida se caracteriza por la obediencia a Dios y ama tanto Dios como a los hermanos. 

Y es debido a este propósito original que tuvo la carta que utilizaremos 1 Juan.

Las herramientas

He aquí algunas de las herramientas. Leamos con cuidado los siguientes textos y veamos el contraste entre el verdadero y el falso que el apóstol Juan establece: 

1:5  Este es el mensaje que hemos oído de él, y os anunciamos: Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él. 

1:6  Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; 

1:7  pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado. 

1:8  Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. 

1:9  Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. 

1:10  Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.  

 El mensaje del capítulo 1 es:  Si queremos tener comunión con Él debemos andar en luz, como Él es luz. ¡No existe un verdadero seguidor de Cristo que viva y se revuelque en el pecado! Quien pretenda tener comunión con Él y vive en pecado, la Biblia es clara: es un mentiroso o se autoengaña.

2:3  Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. 

2:4  El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; 

2:5  pero el que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él. 

¿Puede ser un verdadero seguidor de Cristo y vivir en abierta desobediencia? La respuesta es obvia pero rotunda: NO!

2:9  El que dice que está en la luz, y aborrece a su hermano, está todavía en tinieblas. 

2:10  El que ama a su hermano, permanece en la luz, y en él no hay tropiezo. 

2:15  No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. 

El comentario exegético de Jammieson, Fausset y Brown dice: "No hay término medio entre luz y tinieblas, amor y odio, vida y muerte, Dios y el mundo; dondequiera que haya vida espiritual, por débil que sea, allí no reinan ya las tinieblas ni la muerte; allí el amor desaloja al odio; y tiene constancia. Donde no hay la vida, prevalecen la muerte, las tinieblas, la carne, el mundo, el odio, por cuanto más estén barnizados y disimulados..."

 3:6  Todo aquel que permanece en él, no peca (es decir, su vida no se caracteriza por vivir en continuo pecado, sino que lucha contra él);

...todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido. 

3:7  Hijitos, nadie os engañe; el que hace justicia es justo, como él es justo. 

3:8  El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo. 

3:9  Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado

, (otra vez, su vida no es caracterizada por un continuo pecar) 

...porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es nacido de Dios. 

3:10  En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo: todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios. 
3:11  Porque este es el mensaje que habéis oído desde el principio: Que nos amemos unos a otros. 

3:14  Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida, en que amamos a los hermanos. El que no ama a su hermano, permanece en muerte. 

4:7  Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. 

4:8  El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. 

4:20  Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? 

El amor es la prueba de haber nacido de Dios. Quien a nacido de Dios verdaderamente, ama. 

Estos son solo algunos ejemplos. Para tener una idea más completa es necesario que leamos toda 1 Juan...

Puede aún quedar la pregunta: ¿Qué debiera provocar este mensaje en nosotros los cristianos? ¿No es demasiado duro? 

Todo lo contrario, cuando  la sana doctrina, obediencia y amor trabaja por completo en nosotros, produce: gozo, santidad y seguridad. Eso lo vemos en el propósito que Juan tenía al escribirles a estos creyentes. Su propósito no era condenar ni era que vivieran temerosos del castigo sino que: 

Su propósito era que tuvieran gozo: 

1:4  Estas cosas os escribimos, para que vuestro gozo sea cumplido. 

Su propósito era que vivieran en santidad: 

2:1  Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. 

Su propósito era que tuvieran seguridad:

5:13  Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios. 

 La sana doctrina, obediencia y amor, constituyen la evidencia de ser un verdadero seguidor de Cristo, el cual si posee estas "evidencias" vivirá como consecuencia en gozo, santidad y seguridad.