En la entrada anterior, vimos la importancia, el por qué y la base sobre la cual descansa el mandamiento de no pagar a nadie mal por mal. En este post analizaremos la promesa en la cual podemos confiar para que el no vengarse sea un verdadero acto de fe.
"No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal." Rom 12:17-21
Retomemos desde donde habíamos dejado. ¿Por qué es un acto de fe no vengarse uno mismo? Porque Dios ha prometido defendernos a su tiempo y forma.
"... yo pagaré, dice el Señor."
Esta es una promesa en la cual podemos descansar recordando que servimos a un Dios justo.
Puesto desde un punto de vista negativo, podemos decir que pagar mal por mal es desconfiar de la justicia de Dios. Es creer que yo puedo hacer justicia mejor que Él y en un tiempo más preciso.
Desde un punto de vista positivo, no vengarnos a nosotros mismos es un acto de obediencia y completa dependencia de Dios, si es que tal actitud no viene de un equivocado pasivismo sino de aferramos y sostenernos en lo que Él ha prometido.
Podemos confiar que el juicio de Dios será justo
Podemos confiar, porque a diferencia del nuestro, el juicio de Dios será justo. Nuestra limitación radica en que vemos el conflicto desde nuestro punto de vista limitado y parcial. Es decir, vemos solo la parte del problema que nos afecta, pero Dios ve cada aspecto del mismo.
Permíteme explicarte este punto con una experiencia personal.
Hace un tiempo tuve la oportunidad de hablar con dos personas que estaban atravesando muchas dificultades en su relación matrimonial. La situación en el hogar era insostenible y ya casi ni había diálogo entre ellos porque era un continuo discutir si tan solo se dirigían la palabra.
Con ambos a la vez era imposible entablar una conversación porque rápidamente comenzaban a acusarse el uno al otro.
Pero al hablar con ellos por separado, cada uno presentó su visión del problema.
Según la esposa, él era el único culpable. Su actitud era arrogante, áspero en su trato y desconsiderado.
Al hablar con el esposo, me señaló que la única culpable era su mujer. Ella nunca reconocía el esfuerzo que este hacía. Todas sus palabras eran una cruel y dura crítica hacia cada cosa que él realizaba. Su trato áspero se debía a los continuos reproches y desaprobaciones que recibía.
Ambos veían una parte parcial, aquella que les afectaba personalmente. Cada uno tenía su punto de vista del problema.
Sin duda que ambos tenían parte de la razón. Al oírlos ¡Hasta me parecían dos historias diferentes!
Posiblemente el conflicto se hubiera solucionado si ambos, reconociendo su parte de culpa y responsabilidades, hubieran comenzado a actuar diferente.
Lamentablemente han pasado muchos años, y ambos siguen culpándose mutuamente y mirando cada uno solo una parte del problema, la del otro.
Si alguno de ellos hubiera tenido la oportunidad de hacer justicia habría sido una justicia injusta, aunque suene paradójico.
La venganza que llevamos a cabo con nuestras propias manos nunca será pura pues está manchada por el orgullo herido y por el propio pecado.
Cómo dijimos en la entrada anterior, Dios se ocupó desde la antigüedad regulando la venganza en la ley porque el hombre tiende a pagar desproporcionadamente el daño recibido. Dios tuvo que escribir "ojo por ojo y diente por diente" para que no fuera "ojo por ojo, por diente, por mano, por pierna, etc"
Dios nos invita a ceder cualquier derecho que creamos tener y reconocer que Él es el juez justo.
A algunos Dios los castiga en este lado de la vida, a otros no. Pero podemos descansar en lo que dice su Palabra: algún día todos compareceremos ante su trono por cada acto que hayamos hecho y el juicio que Dios hará será justo, pues Él conoce cada aspecto, cada motivación y cada acción. Ninguno podrá escapar ni engañar a quien todo lo sabe.
"No os venguéis vosotros mismos, amados míos, sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor."
La venganza es el derecho de Dios
En la expresión "dejad lugar a la ira de Dios" en el v. 19, se nos alienta a esperar en Él. Una versión lo traduce: "...No tratéis de vengaros de nadie por vosotros mismos; dejad que sea La Ira de Dios la que lo haga por vosotros; porque está escrito: "La venganza me corresponde a Mí; Yo retribuiré, dice el Señor."
Esto, es sólo derecho de Dios. Tal vez no haya muestra mayor de orgullo que interferir en lo que le corresponde nada más y nada menos que a Él.
Y puesto que Dios nos manda a procurar la paz y promete que Él hará justicia ¿Qué debemos hacer entonces? Acaso debemos quedarnos quietos esperando que Dios castigue al ofensor? No, si realmente confiamos en Dios debemos tomar una resolución:
v.20, 21 "Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal."
La resolución a tomar
Hagámosle bien para que el ofensor se avergüence. A esto se refiere cuando dice " haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza".
El propósito de esta acción no es avergonzarlo a modo de venganza, sino con el ánimo de convencerlo de su mal y que éste se arrepienta.
Cuando las personas hacen lo incorrecto esperan recibir mal de aquel a quien han dañado. Cuando en lugar de eso reciben bondad, a menudo el corazón duro tiende a "ablandarse". De hecho, este es el propósito que tiene el apóstol: "No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal."
Veamos el mejor ejemplo, ¿Cómo actúa Dios con las personas, incluyendo a aquellos que le odian?
"En las edades pasadas él ha dejado a todas las gentes andar en sus propios caminos; si bien no se dejó a sí mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones." Hechos14:16, 17
Aquí Pablo, hablando a los paganos, les dice que Dios ha dado evidencias de sí mismo haciéndoles bien y derramando sus beneficios a todos. ¡Estas personas ni tenían en cuenta a Dios!
Lucas 6:35, 36 es otro claro ejemplo:
"Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos. Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso."
Dios, por misericordia, es benigno aún para con los desagradecidos y malos . Llegará el día en que estas personas serán juzgadas por Él, sin embargo hoy sigue mostrando su paciencia y gran misericordia para con muchos de ellos.
¡Venzamos el mal!
Cuando un cristiano responde con venganza es vencido por su propio pecado y por el mal que le hizo la otra persona. Alguien aconseja "Ten cuidado de aquel que te hiere, no te convierta en alguien igual a él. Es decir, en hombre malo, y que la malignidad de él no venza la benignidad tuya"
Cuando el mal se paga con más mal, entonces el mal aumenta. Pero cuando al mal lo confrontamos ofreciendo amor, el mal muchas veces se desintegra.
Finalizo con la siguiente historia. Bien ilustra la verdad que aquí se nos enseña.
A cierto emperador chino le avisaron que en una de las provincias de su imperio había una insurrección. Entonces dijo a los ministros de su gobierno y a los jefes militares que lo rodeaban: “Vamos. Seguidme. Pronto destruiré a mis enemigos.”
Cuando el emperador y sus tropas llegaron a donde estaban los rebeldes, él trató afablemente a éstos, quienes, por gratitud, se sometieron a él de nuevo. Todos los que formaban el séquito del emperador pensaron que él ordenaría la inmediata ejecución de todos aquellos que se habían sublevado contra él; pero se sorprendieron en gran manera al ver que el emperador trataba humanamente y hasta con cariño a quienes habían sido rebeldes.
Entonces el primer ministro preguntó con enojo al emperador: “¿De esta manera cumple vuestra Excelencia su promesa? ¡Dijisteis que veníamos a destruir a vuestros enemigos! ¡Los habéis perdonado a todos, y a muchos hasta con cariño los habéis tratado! Entonces el emperador, con actitud generosa, dijo: Os prometí destruir a mis enemigos; y todos vosotros veis que ya nadie es enemigo mío: a todos los he hecho mis amigos.”
Nuestra confianza en Dios nos librará de guardar en el corazón destructivos rencores, críticas venenosas, odios y toda obra mala con la cual pretendamos pagar a quien nos ha dañado. Pero por sobre todas las cosas permaneceremos en la perfecta voluntad de Dios y contaremos con su bendición para enfrentar el conflicto.
Lindo es obedecer a DIOS pero difícil muy difícil al mismo DIOS le costo mucho,, muuuuuuuucho pero se debe hacer
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