Lo visto hasta aquí es:
"Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos. Y abriendo su boca les enseñaba diciendo:
Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.
Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados." Mateo 5:1-6
Si eres de los que viene leyendo esta serie de entradas, posiblemente te parezca repetitivo el hecho de que en cada Bienaventuranza consideremos la progresión que hay en estos pasajes bíblicos. Pero considero que es absolutamente necesario puesto que estas cualidades o virtudes se construyen una sobre la otra, de la misma manera que se nutren una a la otra.
En los versículos 3 al 5 hemos visto al discípulo de Cristo observándose a si mismo. Ha reconocido su pobreza espiritual y llora su condición. Esto lo ha vuelto manso por lo que se deja tratar por Dios sin quejas ni reproches pues tiene hambre y sed de justicia, es decir, anhelo ardiente por esa santidad práctica que viene de Dios.
Sin embargo, aquí hay un quiebre.
Esta persona ha descendido hasta lo más profundo al verse tal cual es frente a la santidad de Dios. Ha llegado a conocer de tal manera su verdadera condición que anhela desesperadamente una justicia que no encuentra en sí mismo. Es este conocimiento de sí que lo vuelve misericordioso para con los demás.
A partir de este "hambre y sed de justicia" comienza el ascenso: se vuelve misericordioso (v. 7); limpio de corazón (v.8); pacificador (v. 9) y por ser así llega a sufrir persecución por parte de los incrédulos (v. 10, 11) y está dispuesto hasta dar la vida por su Señor.
En esta entrada quiero compartirte el significado y alcance de ser misericordioso, ademas del problema interpretativo que nos presenta este versículo. Siempre con el anhelo de que pueda bendecir tu vida y animarnos mutuamente a progresar en este Camino que hemos emprendido al seguir a Jesucristo.
"Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia." Mateo 5:7
La misericordia a la que aquí se refiere, no es solo un sentimiento de tristeza o pena por aquel que sufre, sino una compasión que nos mueve a la acción. Considerando, como hemos dicho, que en los primeros versículos esta persona se ha estado mirando a sí misma y su condición, podemos aprender una hermosa lección: el discípulo de Cristo no solo se ocupa de sí mismo sino que siente compasión por aquellos que sufren y actúa para sacarlos de su miseria.
Ser misericordioso, de ninguna manera significa indiferencia hacia el pecado de los hombres, sino una acción positiva de quererlos sacar de allí. Es el deseo de aliviar cualquier clase de sufrimiento de las personas.
Considerando cómo se ha venido desarrollando el carácter aquí descrito, esta actitud denota que es alguien que ha entendido la misericordia que Dios ha tenido para con él, pues en su introspección (v.3-6) se ha dado cuenta que no posee mérito alguno. Sin embargo, aún así, Dios ha tenido misericordia de él. ¿Y quién es él para no mostrar misericordia a otros cuando él, aún siendo un pecador, la ha recibido del mismísimo Dios?
Una persona que no extiende una mano misericordiosa o que no perdona es alguien que no ha entendido aún su propia condición ante la santidad y justicia de Dios, ni la misericordia que se ha tenido para con él. ¡Ni siquiera ha dado el primer paso! Es por eso que se espera que el perdón y la misericordia se hallen en el cristiano verdadero.
En Mateo 18:23-35 Jesús compara su reino con una historia de dos siervos deudores. Uno que debiendo muchísimo dinero a su amo y no teniendo cómo pagar recibe de gracia el perdón de su deuda. Sin embargo, al salir de allí, y a pesar de haber recibido semejante gracia, se encuentra con un consiervo que le debía apenas unas monedas y comienza a ahorcarlo obligándole a saldar aquella pequeña deuda, para finalmente, sin compasión alguna, hacerlo encarcelar.
En los v. 32-34 la historia termina:
"...Entonces, llamándole su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné, porque me rogaste. ¿No debías tú también tener misericordia de tu consiervo, como yo tuve misericordia de ti? Entonces su señor, enojado, le entregó a los verdugos, hasta que pagase todo lo que le debía. "
Y aquí lo sorprendente: la aplicación que Jesús hace en el v. 35
"Así también mi Padre celestial hará con vosotros si no perdonáis de todo corazón cada uno a su hermano sus ofensas."
De la misma manera en la bienaventuranza que estamos analizando: "Bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzarán misericordia"
Si la respuesta fuera sí, tendríamos un problema puesto que estaríamos nengando la salvación por gracia. De interpretar el pasaje así, estaríamos convirtiendo esa "misericordia" en una obra para salvación cuando la Biblia es clara que somos salvos por gracia y no por obras o propios méritos.
¿Entonces?
Para responder, debemos tener en cuenta que el cristiano, en esta vida, se halla entre la misericordia recibida y la que aún va a recibir. La misericordia recibida de parte de Dios, al haber perdonado todos sus pecados, es la motivación para que el cristiano sea también misericordioso y perdonador. Algunos pasajes nos hablan de esa miericordia recibida y lo que debiera provocar en nosotros:
"...soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros" Colosenses 3:13
"Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo." Efesios 4:32
Pero otros pasajes nos hablan de una misericordia futura:
"No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados." Lucas 6:37
"Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas." Mateo 6:14, 15
"Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia..." Santiago 2:13
Y nuestro texto: "Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia"
Ambas cosas son bíblicas. El cristiano mira hacia atrás, a la misericordia recibida en Cristo, y al contemplar sus pecados y la enorme gracia en el perdón de Dios es motivado a ser misericordioso con los demás. A su vez, mira hacia adelante, pues aún necesita recibir misericordia, y al ver que Dios promete ser "misericordioso con los misericordiosos", es motivado a seguir practicándola.
¡La misericordia es una cualidad presente en todo aquel que dice ser discípulo de Cristo!
Cuando no hay misericordia, es porque no ha habido una comprensión de los pecados propios ni del perdón de Dios ofrecido en Cristo. Es por esto que un conocimiento real de nuestra pecaminosidad es vital.
Nada mejor que esto nos abrirá el entendimiento para conocer el gran amor que ha tenido y tiene Dios para con nosotros y será a la vez, un molde que nos vaya formando a su semejanza, pues Él ha sido y será misericordioso con nosotros.
"Bienaventurados lo misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia"
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