¿Quiénes necesitan el evangelio?
Romanos 1:15-18
“15 Así que, en cuanto a mí, pronto estoy a anunciaros el evangelio también a vosotros que estáis en Roma. 16 Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. 17 Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá. 18 Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad”.
La pregunta básica en el análisis de estos versículos es, ¿es el evangelio necesario solo para el inconverso? Trataré de probar que Pablo muestra que tanto el creyente como el incrédulo necesitan el evangelio.
El inconverso necesita el evangelio
Creo que no existe ninguna duda de que el evangelio es necesario para el inconverso. El verso 18 nos dice que Dios revela Su ira desde el cielo contra toda injusticia e impiedad de los hombres que detienen con injusticia la verdad. De modo que, si hay algo que resume la condición del inconverso, ya sea judío o gentil, es la palabra “injusticia”.
Pablo dice el capitulo 3, verso 10: “No hay justo, ni aun uno”. Esto es sumamente interesante, pues esta es la conclusión lógica de los dos primeros capítulos. Desde el verso 18 del capitulo 1, hasta el verso 16 del capitulo 2, Pablo muestra que todos los hombres, con ley o sin ley, todos han retenido con injusticia la verdad revelada de Dios, tanto por medio de la creación (1:20), como por la conciencia (2:15-16).
Luego, desde el verso 17 del capitulo 2, hasta el verso 10 del capitulo 3, Pablo muestra que los judíos en particular son injustos, pues teniendo además de la creación y la conciencia la revelación escrita, han obedecido la injusticia antes que a la verdad, es decir, no han andado conforme a esa verdad. De modo que, “no hay justo ni aun uno”. Pero el verso 17 nos dice que el evangelio “es poder de Dios para salvación” porque “en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe” (v. 17). En otras palabras, la justicia que el impío necesita para poder ser salvo de la culpa y la condenación del pecado es revelada por medio del evangelio de Jesucristo.
El creyente necesita el evangelio
Pero el asunto no termina aquí. Notemos que Pablo comienza el verso 15 diciendo que desea visitar con prontitud a los hermanos en Roma. ¿Con que propósito? Con el propósito de anunciarles el evangelio de Cristo, tema central de la epístola:
“Así que, en cuanto a mí, pronto estoy a anunciaros el evangelio también a vosotros que estáis en Roma”.
¿Por qué? El porque está descrito en el verso 16: “porque es poder de Dios para Salvación”. ¡Interesante! El creyente necesita el evangelio porque el evangelio es poderoso para salvarle. Pero alguien pregunta, ¿Salvarle de que? ¿No se supone que el creyente ya ha sido salvo? Es aquí donde necesitamos recordar que la salvación no es solo una experiencia pasada, sino también presente. El creyente necesita ser salvo del dominio del pecado cada día, lo que teológicamente llamamos “santificación”.
El creyente necesita luchar contra el pecado día a día, pues es una vida por fe “de principio a fin” (v. 17 NVI). Dado a que la vida cristiana es de principio a fin, este necesita que su fe sea fortalecida. Es aquí donde entra el evangelio, Pablo deseaba visitar a estos hermanos y predicarles a ellos también el evangelio para que estos fuesen fortalecidos: “Porque deseo veros, para comunicaros algún don espiritual, a fin de que seáis confirmados” (v. 11); la palabra “confirmados” pudiera traducirse como “fortalecidos”. Es el evangelio de Cristo lo que nos fortalece para poder seguir viviendo la vida cristiana por la fe de principio a fin, pues “el justo por la fe vivirá”.
Hermanos, ¿De donde viene la fuerza para luchar contra el pecado? Y cuando hemos pecado, ¿De donde vienen la fuerzas para levantarnos? Nuestra fortaleza viene de Cristo y este crucificado, el núcleo o centro del evangelio.
Fuente: blogde8.org
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