por Sugel Michelén
Los defensores de la legalización del aborto arguyen que si el aborto es ilegal muchas mujeres abortarán en circunstancias de alto riesgo. “Estas mujeres tendrán que abortar a escondidas – dicen ellos – y muy probablemente se pondrán en manos de carniceros sin escrúpulos”. Ciertamente es muy penoso que un gran número de mujeres tenga que pasar por una experiencia tan traumática y al mismo tiempo peligrosa. Sin embargo, no es cierto que la legalización del aborto reduzca el riesgo que corren las mujeres que lo practican. El aborto siempre es arriesgado y mientras más personas aborten, mayor será el riesgo. Por otro lado, cuando el aborto era ilegal en los EUA, el 90 por ciento los practicaban médicos en sus consultorios, no en lugares inapropiados. En la mayoría de los casos eso no depende de la legalidad, sino de lo que cada uno pueda pagar. Pero aún fuera cierto que la legalización del aborto lo haría menos riesgoso para la madre, el problema ético sigue siendo el mismo: los seres humanos que mueren antes de nacer. Como bien ha señalado el doctor R. C. Sproul:
“Si la práctica del aborto es injusta, entonces, la protección de aquellos que participan en el aborto no es responsabilidad del estado… proteger a un criminal mientras está cometiendo un crimen no es la responsabilidad del gobierno”.
Otros consideran el aborto como un mal menor no deseable, pero preferible a otros males mayores: “Es preferible el aborto, dicen ellos, a tener un niño no deseado que probablemente tendrá como consecuencia una mala calidad de vida”. De este modo justifican el aborto como el menor de los males. Pero una vez más estamos poniendo a un lado el problema ético central de este debate: el hecho de que se está quitando la vida a un ser humano. Por otro lado, esta clase de razonamiento reduce las opciones únicamente a dos: o el niño nace para vivir mal, en un hogar donde no es deseado y donde probablemente será mal tratado, o es abortado. Pero existen otras opciones. Alguien puede trabajar con la madre que no desea su bebé para que cambie de actitud; o finalmente ese niño puede ser dado en adopción. No hay por qué tomar una acción tan radical como el aborto. Sólo Dios conoce el futuro de cada uno de esos bebés que en vez de ser abortados se les conceda el derecho a nacer y a desarrollarse. Es absurdo pensar que podemos “proteger” a un niño de la posibilidad de abusos futuros quitándole la vida.
Argumentos a favor del aborto y su respuesta correspondiente
Este es un extracto del mensaje predicado el domingo pasado, titulado: “Aborto: ¿Crimen o derecho?” Aquí damos respuesta a los argumentos más comunes que escuchamos a favor del aborto.
“La mujer tiene derecho sobre su cuerpo”:
Uno de los argumentos más frecuentes a favor del aborto es que la mujer tiene derecho sobre su propio cuerpo; de modo que la decisión de continuar o no con el embarazo es un asunto que le compete a ella y a nadie más.
Pero este argumento se sostiene o cae dependiendo de lo que pensemos acerca del feto. El derecho a la vida de un ser humano trasciende al derecho de la privacidad y la libertad de elección.
Es erróneo pensar que porque el feto se encuentre geográficamente dentro de la madre, sea parte esencial de su cuerpo, como lo es su riñón o su páncreas. Es una nueva vida la que se está gestando en su vientre y ninguna mujer tiene derecho a atentar contra ella por el simple hecho de que sea su útero la que lo cobija.
Si un niño se encuentra dentro de la propiedad privada de alguien, no por eso tiene derecho a quitarle la vida. Y si no podemos matar a un niño después que nace, ¿quién nos da derecho a hacerlo antes de su nacimiento? ¿Por qué es un crimen matar a un niño cinco segundos después que nace, y no cinco segundos antes de nacer, o un mes antes, o 6 meses antes? ¿Quién determina esto?
“Si el aborto es ilegal las mujeres tendrán que abortar en circunstancias riesgosas”:
Otro argumento que escuchamos a menudo es que si el aborto es ilegal muchas mujeres tendrán que abortar en circunstancias de alto riesgo. “Estas mujeres tendrán que abortar a escondidas – dicen los defensores del aborto – y muy probablemente se pondrán en manos de carniceros sin escrúpulos”.
Hay dos cosas que debemos tomar en cuenta al respecto. En primer lugar, no es cierto que la legalización del aborto reduzca el riesgo que corren las mujeres que lo practican. Más mujeres han muerto en los EUA por causa de abortos desde que éste fue legalizado que las que murieron cuando el aborto era ilegal. Y esto es fácil de entender: el número de abortos se ha incrementado tremendamente después de su legalización y el aborto es un procedimiento que tiene sus riesgos. De hecho, todo embarazo conlleva ciertos riesgos para la mujer, pero el aborto es cuatro veces más arriesgado que llevar el embarazo a término.
Por otra parte, aun fuera cierto que la legalización del aborto hace menos riesgosa su práctica, el problema ético sigue siendo el mismo: los niños inocentes que mueren al ser abortados. Como bien ha dicho R. C. Sproul: “Proteger a un criminal mientras está cometiendo un crimen no es la responsabilidad del gobierno”.
“El aborto es preferible cuando el niño no es deseado”:
Otros consideran que el aborto es preferible cuando un niño no es deseado, porque probablemente tendrá que sufrir las consecuencias de ser criado en un hogar donde no será amado y donde es probable incluso que sea maltratado.
Pero una vez más estamos poniendo a un lado el problema ético central de este debate: el hecho de que se está privando de la vida a un ser humano. Por otra parte, este razonamiento reduce las opciones únicamente a dos: o el niño nace para vivir mal, en un hogar donde no es deseado y donde probablemente será mal tratado, o es abortado.
Pero existen otras opciones. Alguien puede trabajar con esa madre que no desea al bebé para que cambie de actitud; o finalmente ese niño puede ser dado en adopción. No hay por qué tomar una acción tan radical como el aborto. Aparte de que es absurdo pensar que podemos “proteger” a un niño de la posibilidad de abusos futuros, quitándole la vida antes de que nazca.
“El aborto es la opción más adecuada cuando la vida de la madre corre peligro”:
Y ¿qué cuando la vida de la madre corre peligro? Este es uno de los argumentos que más apela al ciudadano común, porque nos coloca ante un supuesto dilema: ¿cuál de las dos vidas es más valiosa, la de la madre o la del niño? Pero, como hemos dicho muchas otras veces, ese dilema en realidad no existe, y esto por tres razones:
1) Los casos en que hay que escoger entre la vida de la madre y la del bebé son extremadamente escasos (menos de 1% de los abortos se llevan a cabo por esa razón). El reconocido cirujano pediatra C. Everett Koop declaró en cierta ocasión que durante sus 30 años de ejercicio nunca supo de una sola situación en la que tuviera que quitársele la vida a un niño antes de terminar el embarazo, para salvar la vida de la madre. El uso de ese argumento para justificar el aborto, según el Dr. Koop, es en realidad una “cortina de humo”.
2) Con el avance actual de la medicina casi siempre es factible salvar la vida de ambos. El doctor Alan Guttmacher de Paternidad Planeada, una institución completamente a favor del aborto, tuvo que admitir que “hoy en día es posible casi para cada paciente atravesar todo el embarazo y terminarlo viva, a menos que sufra de una enfermedad fatal como cáncer o leucemia y, si es así, no es probable que el aborto prolongue, o mucho menos salve, la vida.”
3) Para tratar con estas situaciones difíciles no hay que reformar el artículo 30, ya que en la República Dominicana no se penaliza al médico que, intentando de salvar la vida de la madre, provoque indirectamente la muerte del feto.
De paso, me pregunto cuántas de las personas que se oponen al artículo 30 conocen lo que ese artículo realmente dice. Alguien me preguntó este miércoles pasado si era cierto que, de aprobarse el artículo 30 de la Constitución tal como está, los anticonceptivos y preservativos vendrían a ser ilegales. Eso me motivó a escribir un artículo al respecto. La pregunta le surgió al escuchar a una ginecóloga diciendo eso en una entrevista. Pero escuchen lo que dice el artículo 30: “El derecho a la vida es inviolable desde la concepción hasta la muerte. No podrá establecerse, pronunciarse, ni aplicarse en ningún caso, la pena de muerte”. Eso es todo lo que dice.
No sé cómo podemos leer allí una prohibición al uso de anticonceptivos y preservativos, cuya finalidad es precisamente evitar la concepción (a no ser que se refiera a fármacos o dispositivos “antianidatorios”, como la “pastilla del día después”, que no actúa como anticonceptivo simplemente, sino que impide que el óvulo fecundado se anide en el útero).
“El aborto debe ser permitido cuando el embarazo es fruto de una violación”:
Y ¿qué de los casos cuando el embarazo es producto de una violación? Por un lado, es muy difícil que una mujer quede embarazada como producto de una violación; estudios realizados en Estados Unidos, donde las estadísticas son más confiables que en nuestro país, revelan que sólo un uno por ciento de todos los abortos realizados se deben a violación o incesto. Aparte de que en algunos casos el embarazo puede prevenirse por medio de un tratamiento médico que impida que el óvulo pueda ser fertilizado.
Por otra parte, al abortar en tales casos se está aplicando la pena capital a una criatura inocente (la persona humana en gestación), en vez de castigar al culpable (el violador). Además de que el aborto no le hace ningún bien a la mujer que ha sido violada, sino que le añade culpa y confusión. Pero la razón fundamental para la penalización sigue siendo el hecho de que los seres humanos concebidos como producto de una violación poseen la misma dignidad intrínseca y los mismos derechos que aquellos que son concebidos por un acto de amor.
Toda vida humana debe ser protegida, independientemente de las circunstancias en que fue concebida. El incesto y la violación son crímenes horribles que deben ser castigados severamente; pero debemos castigar a los culpables, no a los seres humanos que no tienen culpa de haber sido concebidos en circunstancias tan terribles.
Decidir abortar una criatura es jugar a ser Dios, es decidir el destino de un ser humano. La evidencia bíblica es contundente en cuanto a que el feto en el seno de la madre es un ser humano vivo y, por lo tanto, se encuentra amparado por la ley moral de Dios, que en el sexto mandamiento declara: “No matarás”.
fuente: www.todopensamientocautivo.com
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