Por Edward Welch
Aquí está el problema. Mucha gente hace cosas porque siente que tiene que hacerlas. Se levantan por la mañana porque sienten que tienen que ir a trabajar o porque no tienen ganas de escuchar al jefe preguntarles por qué han llegado tarde, o no quieren verse en una situación de pobreza sin trabajo. Nos dejamos llevar por los sentimientos más de lo que pensamos.
Cuando está deprimido, no siente nada (o cualquier cosa que sí sienta no va a motivarle para hacer algo provechoso. Por ejemplo, se siente con ganas de morir, gritar, huir, desaparecer, evitarlo todo). ¿Cómo puede una persona, cuyos sentimientos la dirigen, plantearse metas, tener propósitos o motivarse cuando no siente nada?
Al principio tendrá que aprender a vivir de otra manera. Tendrá que ser como la mujer cuyos músculos aún funcionaban, pero dejó de sentir sus extremidades. No estaba paralizada, pero si cerraba los ojos no podía saber si estaba de pie, sentada o tumbada. A veces se miraba en el espejo y veía que tenía el brazo derecho levantado sin que se hubiera dado cuenta. Ni siquiera podía andar porque no sentía las piernas. Poco a poco, mirándose en espejos y viendo su cuerpo en lugar de sentirlo, comenzó a caminar de nuevo. Después de mucho entrenamiento, caminar comenzó a ser algo natural otra vez. No obstante, tuvo que aprender una nueva forma de vivir y de moverse.
La nueva forma de vivir estando deprimido es creer y actuar según lo que Dios dice, en vez de sentir lo que Dios dice. Es vivir por fe. Parafraseando Hebreos 11:1: “la fe es la convicción de lo que no sentimos”. En otras palabras, cuando se plantea un debate entre lo que dicen sus sentimientos y lo que dicen las Escrituras, ganan las Escrituras. De otro modo, simplemente le estará diciendo a Dios que no se puede confiar en Él. “Dios no dice la verdad, no puedo confiar en Él. Sólo puedo confiar en mí mismo”. Seguramente no es eso lo que quiere expresar. Quizás prefiera decir que no entiende lo que Dios está haciendo, pero negar que Dios diga la verdad es una mentira en sí misma…
A continuación tiene un ejemplo de esta nueva manera de vivir. Usted siente que no tiene un propósito o esperanza. No existe ninguna razón para levantarse de la cama, trabajar, amar o vivir. Lo siente en todo su cuerpo. Sin embargo, Dios rebate cada uno de estos sentimientos en cada página de las Escrituras. Por ejemplo:
“amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro” 1 Pedro 1:22
Si es siervo del Rey, y lo es, y Él le pide que haga algo, le acaban de dar un propósito para vivir. Solamente cuando el Rey diga que ya no lo necesita, se acabará su propósito y esto, por supuesto, nunca sucederá con el Dios verdadero. Él dice que Sus propósitos para usted duran toda la eternidad.
Para llevar su propósito hasta lo más profundo, su trabajo tiene que ser para la gloria y satisfacción de Dios
"Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios." 1Corintios 10:31.
Para la gloria de Dios significa hacer célebre Su nombre. Su honor y Su reputación se vuelven más importantes que el suyo.
Para la gloria de Dios. ¿Suena cómo un cliché? Aunque suene poco práctico, es en realidad algo muy concreto. Se lleva a cabo con pequeños y a veces personales pasos de fe y obediencia. Puede que otras personas no lo vean pero si usted hace cualquier cosa por causa de Jesús y por lo que Jesús hizo por usted (desde peinarse el pelo hasta vender cualquier posesión y convertirse en misionero) entonces estará dándole la gloria a Dios.
¿Quiere un aliciente tangible? En las Escrituras hay pruebas contundentes de que cuando uno busca a Dios y Su reino, las cargas se aligeran...
"Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria" 2Corintios 4:16, 17
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