Por Tim Challies
La gente a menudo me pregunta cómo encontrar tantos temas para escribir. La respuesta es simple: Dondequiera que voy, estoy en busca de algo —cualquier cosa—en qué pensar. Si estoy sentado en la iglesia, escuchando música, leyendo un libro o asistiendo a una conferencia, estoy manteniendo los oídos abiertos para las cosas que quiero pensar más. Anoto esas cosas sobre mi teléfono o en un trozo de papel. Más tarde, elijo uno para pensar en ello, mientras pienso, escribo.
Hace un par de semanas estuve en una conferencia y escuche hablar a Mike Bullmore. Hubo un par de cosas que mencionó de paso que anoté para que yo pudiera pensar en ello más tarde. Una de ellos fue la siguiente:
“La verdadera medida del crecimiento espiritual no es la cantidad de conocimiento que has ganado en el último año, sino ¿cuánto has crecido en santidad?”
Todo cristiano sabe que es difícil medir la santificación —medir el progreso en la vida cristiana. Es fácil confundir conocimiento con el crecimiento, pensar que un conocimiento de los hechos necesariamente se traduce en un crecimiento en santificación. Pero, como dice Bullmore, este no es el caso, la vida cristiana no se mide en conocimiento, sino en la conformidad. El propósito de la vida cristiana no consiste en acumular el mayor número de hechos, sino en ser transformado cada vez más a la imagen de Cristo.
Hay otra cosa que Bullmore dijo que he estado pensando. Es una simple frase, una frase tweetable:
“Al pecado no le va bien en la luz.”
La manera de hacer morir el pecado es sacarlo de la oscuridad del corazón humano y exponerlo a la luz —a la luz de la visibilidad y a la luz de la Palabra de Dios.
En resumen, la medida de la vida cristiana es el crecimiento en santidad. Nosotros crecemos en santidad, al menos en parte, al hacer morir el pecado. Hacemos morir el pecado al exponerlo a la luz.
Todo esto ayudó a cristalizar algo que he estado pensando desde hace algún tiempo, la naturaleza corporativa de la santidad. La santificación es un proyecto comunitario. Hay muchas razones por las que el Señor nos coloca en una comunidad cristiana en la forma de iglesia local. Estamos en la comunidad para el estímulo mutuo, el trabajo mutuo, apoyo mutuo, y mucho más. Pero también estamos en comunidad, porque la santidad es un proyecto comunitario.
Este ha sido el reto para mí: tengo que crecer en santidad no sólo por mi propio bien, sino por el amor y la preocupación por los que me rodean. Si amo a la gente de mi iglesia, voy a crecer en santidad por su bien. Tengo tendencia a pensar que la santidad es una búsqueda individual, pero cuando veo la santificación como un proyecto comunitario, ahora es un asunto más de una búsqueda en equipo. Estoy creciendo en santidad, para que yo pueda ayudar a otros a crecer en santidad, estoy haciendo morir al pecado, para que pueda ayudar a otros a hacer morir el pecado. Mi iglesia me necesita y yo necesito a mi iglesia, y así es exactamente como Dios lo ha diseñado.
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