miércoles, 30 de mayo de 2012

Unas palabras para los padres cansados


Como padres de dos niños, con mi esposa, debemos confesar que más de una vez nos hemos sentido sobrepasados por semejante tarea que significa educar. Más precisamente me refiero a esos momentos cuando como padres tenemos que mantenernos firmes para corregir ciertas conductas equivocadas y pecaminosas.
Muchas veces ese trabajo es tan arduo y desgastante que uno llega a preguntarse si realmente causará efecto alguna vez, o si vale la pena hacerlo, pues los resultados raramente son inmediatos.
Este post lo escribo pensando en aquellos papás y mamás que al ver a sus hijos persistir en malas actitudes se han sentido así, preguntándose "¿vale la pena corregir a los niños?"


"Castiga a tu hijo en tanto que hay esperanza; mas no se apresure tu alma para destruirlo." Proverbios 19:18

Este es un breve pasaje bíblico que encierra grandes verdades. Básicamente podemos hallar tres cosas:
1- Una necesidad imperiosa
2- Un tiempo adecuado
3- Un límite marcado

Una necesidad imperiosa
"Castiga a tu hijo..." 
En los tiempos en que vivimos este mandamiento puede sonar algo fuerte. Hasta es posible que simplemente al pronunciar la palabra "castigo" suene como algo negativo y hasta duro a nuestros oídos. Esto, creo yo, debido a los excesos equivocados de los que tal vez hallamos conocido o experimentado y al espíritu de la época, tan influenciado por la psicología.
Sin embargo, cuando la Biblia nos dice "castiga a tu hijo" está presuponiendo la realidad del pecado en sus corazones. Esto es tal, que literalmente significa: "corrige intensamente".
Los padres solemos ingenuamente pensar que nuestros hijos son incapaces de hacer esto o aquello. Pensamos que tal vez lo hagan los demás, pero nuestros hijos no. A pesar de ello, la Biblia nos habla de la realidad de esa inclinación que todos tenemos hacia el mal, incluso desde pequeños.
Este texto da por sentado que el hijo necesitará corrección.
A ningún niño es preciso enseñarle a ser egoísta o  hacer berrinches, eso es como una semilla que ya traen dentro. Les sale naturalmente y sin esfuerzo. Si se dejara a un niño sin el cariño y la instrucción necesaria ese sería un delincuente en potencia. De hecho, las estadísticas acerca de la delincuencia juvenil otorgan un gran porcentaje a las consecuencias de la falta de uno de los padres, del abandono de ambos o a una familia disfuncional. El papel de estos educando, instruyendo y amonestando es imprescindible.
Debido al pecado, la corrección y el castigo son absolutamente necesarios en la vida de tus hijos. 
Como padres tenemos la responsabilidad de instruirlos, guiarlos y disciplinarlos, si es necesario. Bien lo dice  Proverbios 22:15

"La necedad está ligada en el corazón del muchacho; mas la vara de la corrección la alejará de él." 

Ellos necesitan de nuestra corrección. ¡Es de vital importancia que lo hagamos!
Como resultado de la falta de corrección, el capítulo 5:22, 23 nos habla de aquella persona que trágicamente muere a causa de sus caminos.  

"Prenderán al impío sus propias iniquidades, y retenido será con las cuerdas de su pecado. El morirá por falta de corrección, y errará por lo inmenso de su locura." 

¡Cuántos jóvenes mueren hoy prematuramente delinquiendo porque no fueron instruidos ni disciplinados cuando era necesario! ¡Cuántos andan por caminos de pecado, esclavos de las drogas y cosas semejantes expuestos a una muerte antes de tiempo porque no fueron confrontados con la disciplina!

Podría citar algunos casos que conozco, pero quiero limitarme a un ejemplo bíblico, posiblemente el más conocido.  Lo encontramos en 1 Samuel 3, cuando Dios pretende juzgar a la familia del sacerdote Elí y le declara al joven Samuel acerca de ese juicio:
 "Aquel día yo cumpliré contra Elí todas las cosas que he dicho sobre su casa, desde el principio hasta el fin. Y le mostraré que yo juzgaré su casa para siempre, por la iniquidad que él sabe; porque sus hijos han blasfemado a Dios, y él no los ha estorbado." 1Samuel 3:12, 13 

Elí cometió el pecado de ser indiferente al pecado de sus hijos. No lo seamos nosotros, nuestros hijos necesitan imperiosamente nuestra corrección.

Un tiempo adecuado
"...en tanto que hay esperanza" 
Esto implica que hay un tiempo adecuado. ¡Cuántos padres han reaccionado demasiado tarde! Pero, mientras haya esperanza corrijamos a nuestros hijos! 
Un viejo dicho dice que "un árbol viejo no se endereza". Sería imposible colocar un tutor a un gran árbol que lleva años y años torcido. De nada serviría intentar enderezarlo ahora. Hubiera funcionado si a ese mismo tutor lo hubiéramos colocado cuando era aun un arbolito pequeño y tierno. Lo mismo sucede con los hijos, porque hay un tiempo oportuno para "enderezarlo". Y mientras sea oportuno instruyamos, guiemos y de ser necesario disciplinemos.
Por la realidad del pecado en sus vidas, nuestros hijos necesitan la corrección. 
...Castiga a tu hijo en tanto que hay esperanza...

Un límite marcado
"...mas no se apresure tu alma para destruirlo"
A todo esto mucha gente reacciona de una manera negativa diciendo: si Dios es amor ¿cómo puede mandar a castigar a los hijos? Pero lo cierto es que amor y disciplina son caras de una misma moneda, como veremos más a delante. Por ahora baste decir que la Biblia no apoya el maltrato infantil, la violencia doméstica ni el machismo o feminismo. Siempre que vayamos a ella vamos a encontrar el equilibrio de Dios para el hogar. Si tuviera que ejemplificar lo que estoy diciendo aquí, bastaría con citar Efesios 5 y 6. En esos capítulos encontramos, entre otras cosas, que se le manda a la esposa a ser sumisa al marido:
  
 "Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor;  porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia..." Efesios 5:22, 23 

Esto no significa que la mujer deba tomar el papel de esclava ni que el esposo ejerza un trato duro para con ella, puesto que los versículos siguientes al esposo se le manda a amar, cuidar y sacrificarse por su mujer:

"Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama.  Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia..." 
 5:25-29
Si el esposo ama, cuida, sustenta y se sacrifica como Cristo por su iglesia ¿qué mujer no va a ser sumisa a un hombre así? Es el amor del esposo que conquista a la esposa, no el maltrato.
También es así en la relación de los padres hacia los hijos y viceversa. En el capítulo 6:1 leemos

"Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo"

Pero en el v.4 leemos:

"Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor." 

Otra vez vemos aquí el equilibrio de Dios para el hogar. Los hijos deben obedecer, pero eso no le da un camino abierto al padre para el maltrato, palabras denigrantes, golpizas extremas y cosas semejantes. En lugar de eso debe criarlos (llevarlos a la madurez) en disciplina y amonestación del Señor.
 Y aquí, en el texto de Proverbios que estamos considerando se nos dice indirectamente que la corrección no es con el propósito de desquitarnos con ira sobre nuestros hijos, o como comúnmente se le dice "sacarnos la bronca". No.
El propósito es corregirlos y llevarlos a la madurez, no destruirlos. De ser así, hemos violado el supremo propósito del castigo. 
El castigo es una muestra de amor y preocupación. Les disciplinamos porque los amamos y queremos lo mejor para ellos. Esa debiera ser nuestra mayor motivación. Ya que la disciplina es para provecho de los hijos a fin de que con toda su manera de vivir, andar y hablar honren a Dios y sean personas de bien.

¿No actúa también Dios de esa manera?


"Porque Jehová al que ama castiga, como el padre al hijo a quien quiere." Proverbios 3:12

"Hijo mío, no menosprecies la disciplina del Señor, ni desmayes cuando eres reprendido por él;  Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijoSi soportáis la disciplina, Dios os trata como a hijos; porque ¿qué hijo es aquel a quien el padre no disciplina? 
Pero si se os deja sin disciplina, de la cual todos han sido participantes, entonces sois bastardos, y no hijos.  Por otra parte, tuvimos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, y los venerábamos. ¿Por qué no obedeceremos mucho mejor al Padre de los espíritus, y viviremos? 
Y aquéllos, ciertamente por pocos días nos disciplinaban como a ellos les parecía, pero éste para lo que nos es provechoso, para que participemos de su santidadHebreos 12:5-10

Dios espera de los padres, no de la escuela ni de la iglesia, por la educación y formación de los hijos.
Somos los padres quienes tenemos la gran responsabilidad de instruir, guiar y corregir.
¡No te canses de hacerlo! Es de vital importancia para ellos! Ciertamente, tomar una actitud indiferente, apañarlos o rendirnos en el intento traerá sus negativas consecuencias. Tus hijos necesitan de tu corrección, tus hijos necesitan de ti. 

¡Dios bendiga tu familia!




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