lunes, 30 de abril de 2012

El peligro de los deseos desmedidos


Mientras leía el texto de Santiago 4:1-10, recordé una fábula que leí alguna vez. Esta cuenta acerca de un  perro que iba con un pedazo de carne en su hocico y que al pasar por un puente vio su imagen reflejada en el agua.. Inmediatamente se detuvo ante aquella imagen.
Pensó que era otro perro que tenía un pedazo de carne más grande y quiso quitárselo. Comenzó a gruñirle cada vez más fuerte e intentaba atacarlo para quitarle aquel preciado botín. Pero al intentar hacerlo, su carne cayó al agua y el perro se quedó sin nada...
La Biblia nos habla de un grupo de cristianos con actitudes similares a las de este perro. No solo nos muestra lo que hacían mal sino además el tremendo riesgo que corrían albergando en sus vidas tales cosas...
A través de ellos la Palabra nos presenta  de una manera clara el peligro que corremos si somos dominados excesivamente  por nuestros deseos sin importarnos la voluntad de Dios.


Santiago 4:1-10

4:1 ¿De dónde vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales combaten en vuestros miembros?
4:2 Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que deseáis, porque no pedís.

4:3 Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites.
4:4 ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.
4:5 ¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente?
4:6 Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.
4:7 Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.
4:8 Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones.
4:9 Afligíos, y lamentad, y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza.
4:10 Humillaos delante del Señor, y él os exaltará.


Lo terrible de este pasaje es que, como dije anteriormente, está dirigido a un grupo de cristianos, como bien lo indica la carta en el cap. 2:1. Estos creyentes vivían en la pobreza, trabajando para ricos hacendados que los explotaban. Algunos de estos judíos eran mercaderes, pero todos ellos estaban experimentando dificultades.
En esta sección nos dice que estaban dominados por sus propios deseos, descontento e insatisfacción... Y aquí vemos lo que sucedía: peleas, envidias, celos, egoísmo. Cada uno buscaba su propio bien. ¿Acaso Dios podía pasar por alto todo esto? ¿Cuál es el riesgo que corremos si nuestras actitudes son similares a las de ellos?


La causa y el origen de los conflictos
Cuando esto sucede en la actualidad, ciertamente es posible echarle la culpa a situaciones o cosas externas a nosotros, incluso echarle la culpa a otras personas. De hecho, es una de las posturas más habituales que solemos tomar. Excusarnos detrás de cosas ajenas a nuestra propia persona.
Esto podemos compararlo con lo que dice en el cap. 1:14 y 15, cuando al hablar del ser tentados dice que cada uno (todos!) es tentado cuando DE SU PROPIA CONCUPISCENCIA, de SUS PROPIOS malos deseos es atraído y seducido. Podemos echarle la culpa a la televisión amoral, a la vestimenta provocativa de las mujeres de hoy... y así un millón de cosas. La Biblia dice que es un problema interno y propio de nosotros. Obviamente lo externo también contribuye a que seamos tentados.
Y aquí, en este texto nos revela también el origen  y la causa de las peleas, celos, ambiciones y envidias que había entre ellos.
¿De donde vienen los pleitos entre ustedes?-pregunta Santiago. ¿De situaciones?, no! sino de sus malos deseos. Es un problema interno no externo. Usa la palabra "pasiones" que son aquellas cosas que incitan el deseo de los placeres.  Allí se origina, y lo que empieza en "nuestros miembros" continúa entre hombre y hombre  "Codiciáis, matáis, ardéis de envidia, combatís y lucháis..." (v.1, 2)
Nos detalla una vida que está dominada por sus propios gustos y donde su voluntad vale más que la voluntad de Dios... El placer propio era la única meta de sus vidas...
 La raíz de esto es el deseo. Filón adviertía que los Diez Mandamientos culminan en la prohibición de desear o codiciar, porque esa es la peor de todas las pasiones del alma. "¿No es por esta pasión por lo que se rompen las relaciones y se cambia la buena voluntad natural en enemistad desesperada; y los países grandes y populosos quedan desolados por cuestiones domésticas; y tierra y mar se llenan de nuevos desastres de batallas navales y campos de batalla? Porque las famosas y trágicas guerras... todas surgieron de la misma fuente: el deseo de dinero, o de gloria, o de placer. Estas son las cosas que enloquecen a la humanidad." 
En otras palabras, lo que Santiago les está diciendo es:  "ustedes tratan de obtener lo que desean a costa de los demás y por causa de esto vienen las peleas. Codician, ponen su corazón en cosas y al no alcanzarlas arden de envidia y pelean. Matan (en un sentido figurado) para alcanzar lo que quieren... y aún así no lo obtienen. Y no lo obtienen porque no le piden a Dios"
Y seguramente alguien podría contestar...¡Pero nosotros si le hemos pedido a Dios! A lo que Santiago responde: Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites. (v.3) Todo gira en torno a sus propio deseos, a tal punto que son capaces de odiar y envidiar a los demás...
  ¿Escuchará Dios tales oraciones? La respuesta es clara: "NO RECIBEN LO QUE PIDEN".

Como bien lo explica un comentarista:  "La obediencia a la voluntad de Dios agrupa a las personas, porque Su voluntad es que se amen y se sirvan mutuamente; pero la sumisión al ansia de placer distancia a las personas, porque las convierte en rivales potenciales para obtener las mismas cosas."

El autor continúa: " Si las oraciones de una persona se limitan a aquellas cosas que pueden gratificar sus deseos, son esencialmente egoístas; y, por tanto, no es posible que Dios las conceda. El fin verdadero de la oración es decirle a Dios: «Hágase Tu voluntad.» La oración de la persona dominada por el deseo del placer es: «Que se cumplan mis deseos.» Es indudable que los egoístas no pueden orar como es debido; nadie podrá nunca orar como se debe orar si no ha desplazado su ego del centro de su vida, y ha dejado que sea Dios Quien lo ocupe.
En esta vida tenemos que escoger entre nuestros deseos y la voluntad de Dios. Si escogemos nuestros deseos, nos alejamos de nuestros semejantes y de Dios..."

Qué triste cuándo la iglesia se deja influenciar por esto mismo...
Allí había tensiones, insatisfacción, ausencia de oración y la oración que había era motivada por deseos egoístas... Cuando tales cosas ocurren en la iglesia contemporánea  no solamente es triste para Dios y para aquellos que amamos a Dios, sino que tales personas están caminado por una cornisa al borde de un enorme precipicio...


El peligro de los que participan en tales cosas
¿Cuál es el peligro? Adulterio espiritual y enemistad con Dios. Ambas cosas son terribles!
 Santiago en el v. 4 les llama "almas adulteras"... ¿Por qué? Porque había algo que ellos amaban por encima de Dios, ya sea una posición o algo material. Dios pide que le amemos primero y por encima de todo... La iglesia es la novia de Cristo pero si anda detrás de "otros amores" comete adulterio. 
El otro peligro es enemistad con Dios (cosa terrible si las hay)
¿No sabéis que la amistad con el mundo es enemistad contra Dios? Obviamente no se refiere al mundo material sino al sistema que el hombre ha creado para tener satisfacción sin Dios. William Macdonald lo define como el sistema que el hombre ha levantado para dar satisfacción a los deseos de los ojos, los deseos de la carne y la vanagloria de la vida. En este sistema no hay lugar para Dios. Es el presente orden de la existencia humana con sus objetivos, valores y prioridades...
 El griego aquí es enfático: “el que resuelve ser amigo del mundo”, logre su propósito o no, si su deseo es el de ser amigo del mundo, llega a ser  inevitablemente “enemigo de Dios”.  
Recordemos que Santiago escribe a cristianos. ¡Tengamos cuidado, no sea que nuestros valores y anhelos tengan  que ver más con nuestro propio orgullo que con la gloria de Dios! Podemos santificarlos disfrazándolos de algo espiritual, (como estas persona que oraban pidiéndolo) pero si la motivación es equivocada no nos engañemos. La Biblia llama a tales personas adúlteros y enemigos de Dios...  

Agrega una razón más fuerte: El Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente. Debo admitir que este pasaje es un tanto oscuro y por lo tanto tiene varias interpretaciones. ¿Se refiere al espíritu humano o al Espíritu Santo? Las opiniones se dividen... 
Si se refiere al espíritu humano, lo que Santiago está diciendo es que Dios le dio a cada ser humano el espíritu, pero que a causa del pecado éste "envidia intensamente". Sin embargo, la gracia de Dios (v.6) puede vencer la envidia del hombre.
Si se refiere al Espiritu Santo, lo que está diciendo es que el Espíritu Santo no provoca los celos y las envidias que llevan a las peleas. Mas bien nos anhela con celo para que nos consagremos enteramente a Cristo... 
De cualquier manera, ambas posturas nos dejan claras enseñanzas. Dios nos quiere para Él. Nuestro amor debe ser para Él. Nuestros deseos deben ser para darle gloria a Él no para alimentar nuestro orgullo... 

Piensa en estas palabras: "colocarse a sí mismo como enemigo de Dios". Son palabras terribles! Sin embargo, antes de dejarlos caer en desesperación les dice: ...Pero Dios da mayor gracia... (v.6) 

La solución 
Hemos presentado el terrible y grave  problema. Quienes están viviendo así son adúlteros para con Dios y constituidos enemigos de Él... O son los valores del mundo o son los valores de Dios, ambos son irreconciliables.
¿Hay solución para tan grande mal?? Por supuesto. Santiago nos dice que Dios ofrece mayor gracia que condenación al creyente que se arrepiente. 

"Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes." (v.6)

En su gracia Dios nos da claras directrices para que podamos volvernos de ese camino.
El humilde reconoce que necesita la gracia de Dios, no así el soberbio. El soberbio no se arrepentirá. Él se cree superior e incluso  más sabio que Dios. No estará dispuesto a aceptar el mandamiento y los conceptos de Dios.  Pero Dios da gracia a los humildes... ¿Y cómo se manifiesta esa humildad?

1- Sometiéndonos a Dios. Les insta a hacerlo. "sométanse,  pues a Dios" (v.7) Pongámonos bajo su mando.. Dejemos de hacer lo que estabamos haciendo y obedezcamos a Dios.

2- Resistiendo al diablo. Negándonos a escuchar la voz del deseo. Resistiéndonos a una actitud de orgullo,  envidia. Los celos, las peleas son características de Satanás no de Dios. Si resistimos, la promesa es que el diablo huirá...

3- Acercándonos a Dios (v.8) y Él se acercará!

4- Limpiando nuestras manos (v.8a), es decir limpiarnos de nuestras malas obras, dejando de hacer acciones pecaminosas y comenzar a hacer lo que agrada a Dios.

5- Los de doble ánimo, es decir los que están divididos entre Dios y el mundo, purifiquen sus corazones... Tomando la decisión de dejar el adulterio espiritual...¡Decidan por Dios y no por el mundo! ¡Que su corazón esté dedicado solamente a Dios!!

6- Afligiéndonos (v.9) Llorando nuestro pecado...(v.9)...

7- Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza...Teniendo un arrepentimiento profundo y verdadero...

8- Humillándonos delante del Señor(v.10)... porque Él es el único que merece ser enaltecido.

Y él os exaltará...

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