jueves, 9 de agosto de 2012

El matrimonio como medio para la pureza

Por lo general, cuando solemos escuchar  hablar del compromiso en el amor matrimonial, se lo enfoca desde un perfil romántico.
He asistido a varios retiros matrimoniales y en la gran mayoría de los casos, aunque no en todos, se habla desde este punto de vista:
"Llevale una flor cuando regresas de trabajar" "déjale cartelitos que digan te amo".
Tales consejos no son malos, pero si apuntamos solamente en esa dirección corremos el riesgo de ser superficiales obviando lo más importante.
Cuando leemos, por ejemplo, Efesios 5: 21-33 donde encontramos palabras como:

"Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor... Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia..."

podemos dar un millón de consejitos románticos con el buen propósito de fomentar el amor en la pareja cristiana. Pero, más allá de eso, este pasaje bíblico aparece como resultado de lo que se ha dicho unos versículos antes donde se nos insta:

"...sed llenos del Espíritu" (v.18)

El amor del esposo y la sumisión de la esposa es presentado aquí como una consecuencia (entre otras) de estar llenos del Espíritu Santo. 

Un esposo lleno del Espíritu ama así, una esposa llena del Espíritu respeta a su esposo de la manera que Efesios nos habla aquí.
Nos estimula a un amor sacrificado

"Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella..." v.25

Un amor que busca la santidad de su esposa:

"Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra..." v.25,26

Un amor que provee y protege: 

"Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia..." v.28, 29

La medida del amor del esposo para con su esposa es el amor de Jesucristo para con su iglesia, y es precisamente por eso que necesitamos indefectiblemente estar llenos del Espíritu.

Aún más, el matrimonio ha sido diseñado por Dios como un medio para ayudarnos en la pureza. ¿Sabías eso?

" En cuanto a las cosas de que me escribisteis, bueno le sería al hombre no tocar mujer; pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido. 
El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido. 
La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino el marido; ni tampoco tiene el marido potestad sobre su propio cuerpo, sino la mujer. 
No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia. 
Mas esto digo por vía de concesión, no por mandamiento." 1 Corintios 7:1-6
 
Vivimos en un mundo donde continuamente somos bombardeados con imágenes sensuales e ideas contrarias a la Palabra de Dios en cuanto al amor y el sexo. Es altamente notorio en los carteles de publicidad, programas de televisión, aún en los últimos cambios libertinos en nuestra cultura.
Los corintios, a quienes fue dirigida esta epístola, vivían en una ciudad sumida en la inmoralidad sexual y por ello Pablo dice en los v. 2-3 

"...pero a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido. 
El marido cumpla con la mujer el deber conyugal, y asimismo la mujer con el marido." 

Cierta vez, mientras cursaba la materia "Hogar Cristiano" en el Instituto Bíblico, y aunque la conversación nos hacía sentir un poco incómodos, el profesor dijo con respecto a la vida sexual: "...si el esposo es bien "alimentado" en casa, habrá menos posibilidades de que sea tentado a salir a rumiar cualquier hueso por ahí." (Espero que hayas entendido el eufemismo)
Ambos, esposo y esposa, tienen la responsabilidad de satisfacerse mutuamente "a causa de las fornicaciones" que imperan afuera. Las tentaciones sexuales apelan a los deseos naturales físicos, y al ser satisfechas en el matrimonio no solo une a la pareja sino que además fortalece a ambos ante la tentación.

Noten como el apóstol Pablo continúa su argumento:

"No os neguéis el uno al otro, a no ser por algún tiempo de mutuo consentimiento, para ocuparos sosegadamente en la oración; y volved a juntaros en uno, para que no os tiente Satanás a causa de vuestra incontinencia." v.5

Pablo reafirma lo dicho con las palabras "no se nieguen el uno al otro", aunque también presenta algunas clausulas de excepción. No os neguéis el uno al otro, a no ser...

1- "Por algún tiempo"
2- "Tiempo que debe ser de mutuo consentimiento" Es decir considerando el uno al otro
3- Con motivos espirituales: "para ocuparos sosegadamente en la oración"

Para luego volver a unirse por causa de nuestra debilidad:  "para que no os tiente Satanás..." Él es un astuto provocador que tratará de tentar a la infidelidad a cualquiera de los cónyuges. Por eso el consejo de Pablo:  júntense una vez más en uno.

Obviamente que esto no es de un modo mecánico y frío. El romanticismo ayuda, y mucho. Debemos mantener la llama del romance encendida aún cuando pasen los años, pero el compromiso mutuo del cual nos habla la Biblia es mucho más profundo que traer una flor a casa de vez en cuando.
Es brindarnos el uno al otro, velando por la santidad del cónyuge y reconociendo las necesidades físicas y emocionales de ambos, supliéndolas. Negándonos al egoísmo en esta mutua entrega.
El matrimonio es un medio que Dios ha diseñado para ayudarnos a vivir en pureza, siendo luz en medio de un mundo caracterizado por la perversión y oscuridad.



 

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